XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


MAÑANA CORRO

Jesús Gella Yago

La placita triangular de delante del museo se anima temprano porque la valla que sobrevuela la cuesta de Santo Domingo es una atalaya privilegiada. Yo he perdido la cuenta de los años que vivo los encierros desde aquí arriba, pero seguro que son casi tantos como los que llevo barajando la idea de correr y aguantándome las ganas. Las tres rondas de cánticos ya me ponen la piel de gallina. Y cuando todas esas almas de blanco se enfrentan al empedrado sobre el que resuenan las pezuñas de toros y bueyes, me arrebata la emoción.
Nadie se ha percatado, ni siquiera cuando me traen o cuando me devuelven al consistorio, de que este año la casulla oculta la faja roja que llevo bien ceñida. Vamos, que estoy preparado y dispuesto. Son apenas veinte segundos los que tengo desde que explota el cohete hasta que pasan bajo mi hornacina. Lo he calculado bien. Solo he de quitarme la mitra y el capotico sin que prendan con alguna de las velas y usar el báculo como pértiga para saltar sobre el panel de pañoletas, a tiempo de coger toro.
Decidido. Mañana brindaré mi protección a pie de baldosa y adoquín.
Porque mañana, corro. 

ME ENAMORÉ EN PAMPLONA

Jesus Angel Bordonaba Marcen

Una descomunal marea blanca engalanada con fajas y pañuelos rojos avanzaba imponente a lo largo de la Calle Estafeta para desembocar, sin concierto alguno, en el mismísimo corazón de la plaza de toros de Pamplona. Yo permanecía apostado tras la barandilla de uno de los balcones que salpican las históricas fachadas de tan pintoresca arteria, cuando de nuevo mis ojos, durante un fugaz instante, volvieron a tropezarse con aquella angelical mirada que discreta me observaba desde una de las ventanas, al otro lado de la calle.

Eran los mismos ojos negros que se cruzaron con los míos unos días antes, en la Plaza Consistorial, la mañana del Chupinazo. Era la misma sonrisa que aquella misteriosa moza me dedicó, quizás inconscientemente, a la puertas del mítico café Iruña…en la plaza de San José…en la calle Redín…en el parque de La Taconera…en La Ciudadela…

Jamás he vuelto a ver a aquella misteriosa muchacha. También es verdad que jamás la he olvidado y que desde aquellas fiestas de San Fermin llevo un trocito de Pamplona arraigado mi corazón.

Qué verdad es que “Hay besos que nunca llegan a darse y duran toda una vida”.

Viva San Fermín.
Gora San Fermín. 

7 DE JULIO SAN FERMÍN

Jesús Antonio Crespo Lobato

Es curioso, para mí, durante mucho tiempo, san Fermín, siempre fue el día del Santo de mi madre, que, por el sur de España, carecía de una mayor trascendencia en aquellos años. Posteriormente, lo hizo más conocido un escritor norteamericano y otras connotaciones turísticas y taurinas.
Años más tarde, trabajé en una empresa de Pamplona y de uno de mis viajes, le traje a mi madre una pequeña figura del Santo, que todavía anda por casa. También, una de mis hijas, se llama Fermina, en recuerdo de su abuela, pero nada más.
En la provincia de Granada, al pasar por Loja, camino de la capital, hace años, cuando mi hija era pequeña, solíamos parar en un bar que tenía el nombre del Santo, pues su propietaria, se llamaba Fermina. Después, desviaron la carretera y se dejó de pasar por la puerta del bar. Ignoro por el momento (años después), si sigue allí. Sin embargo, a veces, lo recuerdo cuando paso y también a su dueña, ya mayor, que se llamaba como mi madre y una de mis hijas.
La Historia casi siempre, se compone de pequeñas historias familiares o personales.
De todas formas: ¡Viva san Fermín!  

EL DESPERTADOR INTELIGENTE

Jesús Maria Arregui Celaya

OÍ UN RUIDO DE ALGO QUE GOLPEABA CON EL SUELO DE MADERA, ABRÍ LOS OJOS Y EL – YO-YO DESPERTADOR- SE ME HABÍA DESLIZADO DE LA MANO AL DORMIRME, GRACIAS A ESTE INVENTO, POR FALTA DE DESPERTADOR, LA INTELIGENCIA HUMANA, NO LA ARTIFICIAL, HABÍA FUNCIONADO.

DESPUÉS DE UN DÍA A TOPE, VERMÚ, MERIENDA EN EL TENDIDO, SALIDA CON LAS PEÑAS, BAILABLES EN LA PLAZA DEL CASTILLO, NOS TUMBAMOS VESTIDOS EN LA CAMA E INVENTAMOS ESTE SISTEMA PARA DESPERTARNOS Y CORRER EN EL ENCIERRO POR PRIMERA VEZ.

TENÍAMOS DIECISÉIS AÑOS, NACIMOS Y VIVÍAMOS EN EL CORAZÓN DE LA FIESTA Y LA DISFRUTAMOS DESDE QUE NOS LLEVABAN EN EL COCHE DE CAPOTA.

CORRIMOS DESDE LA MITAD DE LA ESTAFETA.

AL DÍA SIGUIENTE, EN SU CASA, SU PADRE ESTABA LEYENDO EL PERIÓDICO Y NOS PREGUNTÓ ¿NO CORRERÉIS EN EL ENCIERRO?, AL UNÍSONO RESPONDIMOS UN ROTUNDO NOOOOO, SE SONRIÓ Y NOS ENSEÑÓ UNAS FOTOS.

MI AMIGO AL LADO DE TELEFÓNICA, BLANCO Y A PUNTO DE VOMITAR Y YO EN EL CALLEJÓN SUBIDO A LA VALLA CON UNA CARA DESENCAJADA Y LLENA DE TERROR Y EL TORO A UN METRO.

FUE UN DESASTRE DE CARRERA, SUSPENDIDOS.

AL AÑO SIGUIENTE APROBAMOS EL EXAMEN.

 

RITUAL

Jhon Felipe Benavides Narváez

Afuera de los hospitales, los pastores sobrevivientes brindan por las almas de sus compañeros mientras forman una línea de licor con el primer trago. Las ánimas — seres de la economía festiva— saben cuán improductivo y desesperado es este ritual. Más que calmarse se alteran como toros bravíos, ante este inútil acto. Para hacer entender su desagrado se encarnan en forma de enfermeras para extraer de sus carnes el último suspiro.