PERÍODO DE TRANSICIÓN
José Selma Romero
Llevaba demasiado tiempo soñando con correr bien algún encierro de los «Sanfermines» como para que tan pronto se truncaran de cuajo sus ilusiones, a raíz de un repentino infarto en plena marcha vertiginosa…
Durante aquella tarde de sábado, decenas de compañeras nos congregamos en el hospital. Ana María, su afligida carabina de vida, se personó con dos de sus hijas: una de las humanas, Estefanía, en la silla de ruedas, quien le animaba susurrándole con dulzura que recobraría el aliento enseguida; y la canina, Artana, que le hacía fiesta, no cesando en absoluto sus tenaces y tiernos lamidos. Él las oteaba con perseverancia y meditaba acerca de lo que había padecido… En el túnel… ¡¡¡Estaba perdiendo el juicio!!!
Lamentablemente, la vida coloca cada cosa en su lugar. Veintitrés escasos minutos transcurrieron, comparecieron las hijas que faltaban y, entonces, el infarto se repitió. Juan Luis inició su elevación… Se desprendió del cuerpo… Y examinaba a su familia terrenal, sorprendida y destrozada… Su inseparable Artana gemía, afligida y desconsolada. No obstante, la luz le llamaba… De nada habría servido que él razonara o abandonara su cordura.
La vida se encargaría de orientar su viaje, tras haber degustado el ciclo adecuado para despedirse de sus seres queridos.
DESPEDIDA
José Ochoa Díaz
Voy a Pamplona. Este año cumpliré uno de mis sueños. Llevo en la maleta el pañuelico rojo que me regaló mi padre, la camisa y el pantalón blancos, las alpargatas y la faja comprados ayer en la ciudad de Tarfalla. Antes, rezaré un poco, mi madre teme que algo malo pueda sucederme. No tengo miedo. Giro bruscamente hacia la derecha; siento en mi costado el fuerte latigazo. Pienso en mi madre, estoy en el encierro; al fín San Fermín. El sudor baña mi rostro, y la luz se va opacando. Tengo necesidad de las frescas aguas del Cidacos. Es la fiesta. Madre, mi sueño se ha cumplido. Ahora mi casa es un recuerdo vacío…
EL ENCIERRO Y EL FANTASMA
José Castaño Amador
Apenas había comenzado a correr cuando ya sentía la camisa pegada al cuerpo a causa del sudor. Hacía un calor bochornoso y a mi lado pasaban rostros de hombres convulsos por la emoción de aquella carrera junto a unas bestias de poderosa cornamenta…Yo corría alejado lo máximo posible de aquellos imponentes toros de lidia… Era mi primer encierro y el último, se lo debía a mi padre, que había sentido muy profundamente la magia de aquel inusitado espectáculo de hombres y bestias… Y fue entonces cuando lo vi… Marchaba unos metros por delante de mí: con su camisa blanca y el pañuelo rojo al cuello… Corría exultante, muy pegado al toro, profiriendo gritos enardecidos…¡Era Él! ¡Era mi padre!… Obnubilado, me acerqué tanto a uno de los toros que cabeceó intentando ensartarme con sus temibles cuernos… El sudor corría a chorros por mi rostro, respiraba con la boca abierta bocanadas de aquel aire caliente, estremecido por aquel río de hombres y bestias que corrían encajonados calle abajo …. Busqué desesperadamente al fantasma de mi padre que un minuto antes brincaba entusiasmado junto al toro…Ya no lo vi, había muerto cinco años atrás, corneado traicioneramente en un desgraciado encierro.
SAN FERMÍN, CITA INEXCUSABLE
José Reinaldo Pol García
Mi abuelo practicaba mucho ejercicio físico. Los conocidos con ironía le preguntaban :
“-¿ Quieres tener buen tipo para lucirlo en la playa?”.
Él respondía:
-“ Me preparo para algo más bonito . Lo hago porque anualmente tengo una cita inexcusable y debo estar en forma.”
Ellos pensaban :
-“ Vaya, viejo verde; y encima presumido.”
Un día en San Fermín estos conocidos quedaron sorprendidos pues mientras ellos miraban los toros desde la barrera , allí , entre la masa de corredores estaba el abuelo sin miedo a nada.
Le gritaron:
¡-” Ya sabemos cual es tu cita ¡ “
Y comentaban entre ellos:
-“ Vaya, con el abuelo, tiene más valor que El Guerra.”
Él al oírles respondió:
“-¡ A estos toros no hay que temerles! El peor es morirse de aburrimiento y dolor encerrado en el burladero de la casa.!”
Aprendieron la lección y en los ediciones sucesivas participaron con él en esa carrera y decían:
-“ ¡ Viva la fiesta de San Fermín! Permite hacerle fintas y quiebros al toro del dolor demostrando que es peor estar postrado en la comodidad aburrida que lentamente mata y acaba con nosotros. El revolcón maldito es postrarte uno mismo.
INICIO
Jose Alberto Malichio
La celda romana desbordada de tinieblas fue abierta en forma violenta, algunos de los condenados se arrodillaron, otros cerraron los ojos e imploraron clemencia divina. Las botas de los soldados hacían temblar el suelo. Era una noche eterna. Cuando el viento erosionó la tierra y una cabeza rodó hasta golpear contra una pared descascarada, ya no importaba si existió milagro o todo fuera una leyenda fundada por cuestiones políticas. El aire dorado fundió la espada del verdugo una vez cumplido el mandato del gobernador. Nadie quedaría de testigo para asegurar esa historia, pues los demás reos corrieron por la misma sentencia. Sin notarlo, lentamente, de voz en voz la escritura empezó a recordar aquel evento de rebeldía en las escalinatas de la catedral en Amiens. Los maestros artesanos plasmaron la versión de los sucesos en la escultura sacra. El decapitado terminó por religioso en un sepulcro que el tiempo borró su existencia hasta que abierto de la oscuridad empezó la veneración de sus restos en la misma Europa acosada de fanatismo.