XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL AGENTE 006

José Gregorio Martín Plata

El agente 006, así llamaba a Roberto cuando le conocí en la facultad. Siempre coincidía con él a las seis en la biblioteca y pronto me quedé prendado de sus ojos verdes. Alguien me dijo que era navarro y era algo mayor que yo. Nunca entendí la razón por la que no nos acercamos, porque nos mirábamos todo el tiempo. Yo, descaradamente, y él, por entre sus amigos, también me retenía con alguna que otra sonrisa. Aquello parecía un cortejo de otra época. Le convertí en mi héroe alternativo.
No sé qué sucedió, pero cuando lo busqué por toda la facultad en el octubre siguiente, no lo encontré. Me resigné a su ausencia y me recriminé por no haberme acercado durante el curso anterior.
Antes de terminar las clases decidimos que iríamos a los sanfermines. Sería mi primera vez. Pensaba que él no estaría porque intuía que era animalista. El mismo día del primer encierro en la fiesta multitudinaria de la calle lo encontré en medio de un grupo, con la ropa descolocada. Sorprendido, me sonrió al verme y yo, con la valentía de unas copas, me acerqué y le di el beso más profundo de mi vida. Allí todo era posible. 

15 SEGUNDOS

Jose Ignacio Diaz Lucas

Respiras profundamente, sientes el aire atravesar tus fosas nasales, introducirse por tu faringe inundando la cavidad pulmonar. Despacio, de forma consciente. La música a tu alrededor ensordece las conversaciones. El bombo, la trompeta y los platillos tañen por medio de la callejuela estrecha del casco viejo de Pamplona, impulsando a bailar a la abigarrada muchedumbre vestida de blanco y rojo, alzando los brazos, saltando en un pretendido baile rítmico, abrazándose entre sí, en parejas y grupos.
Mantienes el oxígeno dentro de ti. En medio del gentío que te empuja atropelladamente, miras a tu alrededor degustando el ambiente bullanguero del mediodía, donde un sol de justicia golpea en las caras de los pamplonicas, que mitigan su efecto con sangría y cerveza. La mitad la beben, la otra se la tiran encima por el empuje de la marabunta humana, arremolinada entre gritos y risas de felicidad. Miras al cielo, cierras los ojos y sonríes. Te sientes vivo.
Exhalas el aire lentamente. La charanga se retira con su son mágico, seguida de una legión de danzantes que entrechoca con gestos torpes sus cuerpos inundados por el alcohol.
Vuelves en ti. Abres los ojos, sientes la fiesta en tu interior y sigues sonriendo.
 

SANFERMINES POR SIEMPRE JAMÁS

José Ignacio Urrizola Oroz

Y ya jamás me olvidaré de los Sanfermines. Por increíble que parezca, en un instante pasé de la oscuridad y monotonía diaria a una explosión de luz blanca y roja que me rodeaba por doquier.
Un cierto nerviosismo recorría mi cuerpo mientras me adentraba en las abarrotadas calles de Pamplona. Era mi primer San Fermín y no sabía muy bien qué esperar.
Una marea humana me arrastró al corazón de la Plaza Consistorial donde palpitaba la alegría y el jolgorio, entre un fuerte olor a vino y donde la música, los cohetes y los gritos se mezclaban en un torbellino de emociones.
Era uno más, no sólo me había mimetizado perfectamente sino que la amalgama de sentimientos que respiraba a través de mi piel me hacían sentirme vivo. Mientras engullía lo que para mí era un delicioso néctar de vida, al abrir los ojos, una sonrisa iluminó mi cara. Yo, un soltero empedernido que había enterrado el amor, temblaba ante aquellos ojos verdes que escudriñaban mi interior. ¿Tu primera vez? Dijo. Y antes que pudiera articular ningún sonido, tomó mi mano guiándome entre el gentío. El tiempo se detuvo y descubrí cómo el capote de San Fermín nos cubría con el manto del amor.
 

ZEZEN NABARRA

Jose Javier Elizalde Urtasun

Uztailak zazpi zituen. Iruñean. Berrogei bat urteko gizona ospitaleko urgentziazko zerbitzuetako gelan ohetxoan zetzan. Kanpoan, aldiz, giro itzela, San Ferminetan ohi den bezalakoa, alegia. Aitzitik, han, ospitalean, osasun zerbitzuendako ez zen inondik-inora ez atsedenik ez lasaitasunik. Arrapaladan, lanpeturik oso zebiltzan. Bai. Noiz behinka, berriz ere sirena baten ahotsa entzuteak zirrara moduko bat sortzen zien hango langileei.

-Zer gertatu zaizu?- Sendagileak zauria zuen gizonari.

-Bada, suziriak eztanda egin eta berehalaxe, zezenak azkar zetozela ikusi nuen. Arraioa! Zuzen-zuzen zetozen ezertan erreparatu gabe. Haietako nabar koloreko bati keinu egin nion niregana etor zedin. Baita etorri ere! Irrist egin eta hura pasatzean, adarretatik heldu nion, gainean jarri eta denbora batez gainean joan nintzen zaldia bailitzan. Argazki batzuk ere atera nituen. Dibertigarria izan zen eta… ez dut gehiago gogoratzen.

-Alajaina! Egin zenuen guzti-guztia egin behar ez dena da! Ez dut deus ere ulertzen. Zure jarrera horrek ez du hanka ez bururik! Min ematen dizu? Zauri zorrotza duzu sabelean. Ziurtasun handiz esanen nuke adarrak eragindakoa ez dela. Lasai egon, laister geldituko dugu odol isuria. Jadanik kasik lortu dugu. Beste gauza bat… Goizaldeko laurak dira. Hortaz, oraindik ez da entzierrorik izan. Kasualitatez… hartu al zenuen psikotropikoren bat?

-Zer?

 

ALDAPA GORA

José Javier Elvira Elvira

Eran las cinco de la mañana,el reiente comenzaba a notarse,una gota de frío rocío recorría su frente.Solo en la inmensidad de la noche,solo en la inmensidad de su vida.A su mente,nublada por el alcohol y sustancias psicotropicas,acudieron en tropel amores pasados,sueños frustrados,eran kas cinco,tres horas para el encierro,por el suelo mojado se adivinavan,bajando en cascada,ríos de alcohol y vómito,se sentía raro,una mezcla de optimismo y debacle, como si nada le llenase plenamente,una cadena de sucesos desgraciados,todos provocados por esa maldita mujer de ojos acaramelados y cuerpo de infarto,que le había hecho creer en sus posibilidades de acabar ese día entre kas sábanas del hotel donde se alojaba,y que después lo dejó tirado de la forma más penosa,borracho perdido,sin saber muy bien donde estaba,ni quien era…horror!!solo quedaba hora y media para el encierro y allí estaba,tumbado entre la mierda,con un hedor insoportable en parte procedente de si mismo y su vómito,0por su mente paso una imagen de cuando decidió venir a Iruña,hace ya dos años,en los cuales había terminado sus estudios satisfactoriamente mientras trabajaba de camarero para juntar el dinero necesario…ahora su cabeza explotaba su cuerpo no le seguía y solo quería morirse.Una fuerte explosión lo traslado a una guerra imaginaria;Era el primer encierro mañanero.