SENSACIÓN DE SAN FERMÍN
José Luis Cardozo Marichal
Húmedas pupilas de emoción,alegraron la mañana del 7 de julio,recuerdo las miradas felices y los ojos desencajados.
Único testigo de esta algarabía,mientras los toros lamían las piernas de los Mozos,en los montones.
Vociferar por esas mujeres,hombres y niños:Viva San Fermín!….
Y así,se ató el aire con cintas de sangre,pero se mantuvo la belleza de los cánticos.
«Pamplona tiene un calor especial».
Tú no sabes viajero,cuánto vale este huracán de fuego y esa columna de fervores.
Esa calle donde corro y me agito.
Todo pasa,no importa….
Las nubes se sacuden y las gargantas gritan.
Criaturas sin miedo nos volvemos.
Es que la tierra está pisoteada,por una manada salvaje que compite.
Cuánto pesa el toro de esta sublime idea!….
Vivo el sabor Sanferminero y veo a la muchedumbre interminable que corre a abrazarme.
La última presencia de un plenilunio humano.
El viento,otra vez….que llega con las miuras,sin vallado y el vaso de katxi se derrama en un salinero.
Y son humanos.
Y son Héroes.
Porque vencieron la soledad y el miedo.
Después de la Odisea,mientras alguien ejecutaba la selfie al grupo heterogéneo,comento:»Los Mozos estamos de Vuelta».
No podemos medir la dimensión de aquello.
Concierto,Hermandad y Milagro.
Y todo eso ahora,tiene sabor a inmortalidad!…
Pobre de mí!….
«POBRE DE TÍ»
José Luis González Martínez
Lo siento Alazne, debías haber venido ayer. Tú dirás que no es para ti, que tendría que llevarte en silla de ruedas y eso hipotecaria mis sanfermines. Pues no. Ayer salí y viví la fiesta como si hubieras estado, y te aseguro que hice lo mismito que hubiera hecho contigo. Adorné todo en blanco y rojo como si estuvieras. No creas que no te oí: “¡Qué gili eres, Maider, llevarme corriendo como una loca, no me hace ninguna gracia!”, te oí y te respondí: “¡pues, haber venido!, para eso nos casó San Fermín”. En ese momento, igual no me oíste, pero oirías el follón que se montó en la Plaza del Castillo, (Mara, Patxi, Ainara, Manolo, Iker…), todos apelotonados como en un 600, eso tuviste que oírnos. No puedo creerme que no escucharas el “1 de enero” y “el pobre de ti” con la Peña y los cabezudos en los arkupes, ya sabes el eco que hace ahí el bombo y los platillos. Pues mira, Alazne, te voy a decir una cosita: los próximos sanfermines sacaré también la silla, pero sentaré una muñeca hinchable “pamplonica” con tu rostro, ya sabes que lo de pintar caras es lo mío y la tuya me sale guapísima.
LA ESCALERICA CULINARIA DEL BUEN COMILÓN
José Manuel Maguilla Luna
Voy subiendo mi escalerica:
El 1 de enero, bacalao al ajoarriero.
El 2 de febrero, pochas prefiero.
El 3 de marzo, con los huevos fritos con chistorra me engarzo.
El 4 de abril, con el estofado de toro me quito el mandil.
El 5 de mayo, con las magras con tomate casi me desmayo.
El 6 de junio, los pimientos del piquillo rellenos, los espárragos blancos, los cogollicos de Tudela, el cordero al chilindrón, la trucha con jamón y un buen chuletón…, disfruto del “almuercico”.
¡Y ya está aquí el 7 de julio!
¡Qué ganas tenía de comerme un buen estofado de rabo de toro!
Platos típicos de Pamplona, pero a un buen comilón como yo no podía faltarle su bocata para la merienda en los toros. Nada mejor para llevar que una buena barra navarra. La abro de parte a parte y le pongo con esmero y abundancia, el jamón, los huevos fritos, las chistorras y un buen chorreón de mayonesa de alcaparras.
Ya después del tercer toro, allí, en los tendidos de sol, rodeado de magras con tomate, ajoarrieros, garbanzos…, ¡y hasta cigalas!, intercambio vino y trozos de bocata con los que me rodean.
Total, que mi fiesta es más bien, culinaria…
FIESTA
José Manuel Martín Trilla
Bullía el jolgorio en los estertores nocturnos y la alborada matutina. Corrieron las horas, como efímeras notas musicales encerradas ya en las perlas de la nostalgia. Quienes vivieron la noche evidenciaban las cicatrices de la fatiga, plasmadas en rojizos globos oculares y voces aguardentosas. Pero la mañana también eclosionó con trajes blancos como la patena, pañuelos y fajines bermellones. En la estela de la calle encajonada, la espera se tornaba eterna, y en esa eternidad, afloraban las emociones, la ilusión que llena cualquier vacío y adormece las tribulaciones que se adhieren a la vida.
San Fermín.
Ernesto encontró hace años aquel rincón, que lo atrae como un imán. Una pasión desenfrenada que lo aúpa a la sensación más sublime. Quizás se llame felicidad.
Mientras fraterniza con sus congéneres, se presenta ante ellos, sin obviar que la fiesta lo enamora.
-Me llamo Ernest, soy periodista americano.
Apenas unos días después, en aquel verano de 1936, los oídos de Ernest ya solo escucharon el doblar de las campanas, que repicaron durante el infame periodo de tiempo que sembró los campos de odio…, y de trescientos mil muertos.
Lo que Ernest Hemingway mantuvo vivo fue el hechizo de amor que inhalaba en aquellas seductoras fiestas.
¿QUÉ TOROS?
Jose Maria Gonzalez Lopez
Mi familia se quedó preocupada en Brístol pero yo tenía decidido que me bajaba a Pamplona. Tras ver por la tele a tanta gente celebrando algo que parecía hacerles muy felices, mi intuición me decía que en aquella tormenta de alegría podría encontrar algún consuelo para mi deprimida vida.
La primera mañana, mientras me acomodaba en una barrera, noté un codazo accidental y miré a mi derecha. Susana, una andaluza estudiante de Enfermería, se disculpó, pero ya era tarde porque su sonrisa me había hipnotizado para siempre. Al segundo día nos encontramos en el mismo punto, como si nos hubiéramos citado allí mentalmente (su inglés de dos frases era poco mejor que mi castellano de tres palabrotas). Y compartimos su bota de vino y compartimos el resto de la tarde. Al tercer día nos besamos, rodeados de gente. Y se paró el tiempo. No recuerdo qué pasó en los demás días. Sólo la recuerdo a ella.
Veinte años y tres hijas en común después, miramos fotos antiguas en el sofá de nuestra casa en Inglaterra:
– ¿Qué tal los toros en los sanfermines, papá? – me pregunta la mayor.
– ¿Toros? ¿Qué toros? ¿Hay toros en los sanfermines? – le pregunto confundido a Susana.