LA CUADRILLA
José Oscar Rodríguez Zarraluqui
Aunque sepamos que al pisar el empedrado de lo viejo, nuestros equilibrados cuerpos tienden a descarriarse, quedando muchas veces desorientados, a un miembro de la cuadrilla jamás se la abandona.
– Partiría con ellas hacia el infinito. Recuerdo como desayunábamos churros de La Mañueta subidas en lo alto de un abarrotado balcón y como disfrutábamos de un angustioso encierro. A su fin, el bueno de Josemiguelerico nos gobernaba por las angostas calles de la ciudad. Algo más tarde y ataviadas con instrumentos, nos veían invadir el interior de la, hasta nuestra entrada, silenciosa plaza de toros. En aquel lugar, al cruzarme contigo, las perdí. A veces me las imagino recorriendo nerviosas Pamplona en busca de mis descontroladas emociones. Porque un único mandamiento venerábamos durante las fiestas; guiar siempre a la despistada amiga hacia el punto de encuentro situado junto a las murallas.-
Todo esto susurro al oído de un apuesto hombretón, que reposa estático a las puertas de un llamativo bar.
Los profundos ojos del hombre me miran condescendientes. Acaricia una de mis mejillas mientras, con la otra mano, señala hacia una grandiosa muralla y pronuncia. – Lejos has llegado obstinada pamplonica. Es octubre, fiestas en Ávila y por allá descienden tus fieles amigas.
EL ENCIERRO ES TODO ESO
José Ramón Ramos Martínez
El encierro es despertarse antes del alba con las sensaciones a flor de piel. La humedad de los adoquines y el silencio que precede a los cánticos frente a la hornacina de San Fermín. Periódicos enrollados y palmadas en los muslos. Nervios, espera y suspiros profundos. Con el lanzamiento del chupinazo las emociones se disparan. Comienza una carrera sin una meta física definida. La única meta es conservar la vida. Mirar hacia atrás para ver un mar de cuernos que sube y baja al ritmo del paso de los astados, ondeando como las olas de un amenazante mar. Percibir los colores con nitidez, el blanco de la indumentaria de los mozos, el rojo de fajas y pañuelicos, el negro de los toros, el blanco berrendo de los cabestros y el verde de los pastores. De vez en cuando, también el rojo de un reguero se sangre que ha dejado la manada a su paso. Respirar con alivio tras el paso del último morlaco, sabiendo que el peligro ha pasado. Es salir del recorrido entre las tablas para subir por Navarrería y asomarse al Baluarte del Redín a disfrutar de los rayos del sol. Mañana, el destino dirá. El encierro es todo eso.
ZORTZIEHUN ETA BERROGEITA ZORTZI METRO
Jose Ramón López Rozas
Ez dakit ze ari naizen hemen, plaza txiki honetan sartuta. Duela aste bete inguru, jaoitzetik bizi izan naizen artadi ederrera abeltzaina etorri, kamioi batean sartu eta hona ekarri ninduen. Hemen ez da inon basorik ikusten, ezta arterik ere. Hemen gauden sei zezenen artean sumatzen den bakarra urduritasuna da.
Hara, goizeroko zuziria aditu dut, gaur hubilago! Gure pareko ataka ireki eta gibelean ditugun unaiek karrika gora joateko bultzatzen gaituzte. Hau jendetza! Eraikuntza handi baten ondora ailegatzean ezker hartu dugu, ondoren eskuin. Bi zezenkide erori dira, brausta, hesien kontra.
Ez dut ulertzen joko honen zentzua! Nire lagun batek mina hartu du baina baita bidea trabatzen diguten hainbat pertsonek ere. Zertarako jartzen dira gure aitzinean? Nire eskuinean datorren tipo honekin asper-asper egina nago, gainetik kentzen ez bazait adarkada emanen diot.
Han aitzinean pasabide estu bat dago. Ez dakit dagoen jendetza eta gu sartzeko aski tokirik ote dagoen.
Hondarra!! Eskerrak harri-bidea bukatu den! Plaza honetan dagoen jendearen oihuek beldurra ematen didate. Han parean dagoen atetik sartu behar dugula dirudi.
Azkenik! Bukatu da! Ea lasai uzten gaituzten eta etxerako buelta hartzen dugun.
LA SILLA DE RUEDAS
José Ramón Alonso Peña
Ese día me cambió la vida. Fue salir del túnel y, de repente, una granizada. Te juro que en el otro lado lucía el sol. No iba rápido, pero no debí apretar los frenos. Me vi en cámara lenta, el ruido del hielo contra el casco, la moto que rayaba el asfalto, mi cuerpo dando tumbos hasta el quitamiedos.
Han pasado siete meses y son ya sanfermines. Siete meses de esfuerzo, de dolor, de operaciones, de rehabilitación.
Me han venido a buscar Manu y el Rata. Me han puesto el pañuelo y se han descojonado de mí, que sí con ruedas voy a correr más que nunca, que si los toros se entretendrán un poco conmigo y así ellos irán de paseo. Han hablado con Mari y me llevan a su balcón. Los veré pasar, deslizándose entre las astas y levantarán la vista hacia acá. Sudaré con ellos, sufriré con ellos, reiré con ellos y luego vendrán a rescatarme, para que la Mari no se aproveche de mí, le dicen estos cabrones. Pero oye, he sabido algo importante, que estos sanfermines son también míos y que estoy, aquí, con la cuadri, con mi gente, vivo. Viva San Fermín y viva también usted y yo.
PARADA SOLICITADA
Joseba Esparza Gorraiz
Dentro de trescientos metros, tome la salida.
– Las zapatillas, la ropa blanca, el pañuelo, lo tengo todo. En cuanto termine le llamo, para que se quede tranquila. Después espero tener tiempo de tomarme el café con los de siempre y darnos un abrazo antes de volver a la carretera.
Tome la Salida 151, Medinaceli/Soria.
Dentro de doscientos metros, tome la salida.
– Por fin nos escapamos ¡ya era hora de que te sacaras el carné!
– Anda la otra, habértelo sacado tú ¡y calla que me desconcentras!
– Como os quiero chicas, hasta cuando discutís ¡Esta noche va a ser genial!
Tome la Salida 5, Vitoria-Gasteiz/Pamplona.
Iniciamos descenso.
– No me sueltes la mano, ya sabes que lo llevo fatal.
– Sí, claro. Pero luego a otras cosas no les tienes tanto miedo, ahí sí que te vas a jugar la vida. Y yo como siempre rezando y sin poder mirar ni la televisión.
– Bueno, pero es solo un ratito. Tu piensa en el reencuentro con los amigos, en esos almuerzos… Hace ya cuatro años que no vamos.
– Sí, lo sé ¡Me muero de ganas de llegar!
Próxima parada Taconera. Hurrengo geltokia Takonera.
– ¡Viva San Fermín!
– ¡Gora San Fermin!