XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


Y VOLVIERON LOS SANFERMINES

Blanca Moratinos Oloron

Oye has oído que este año si hay Sanfermines, Juana levanto la vista y pensó,después de dos años horribles donde su vida había dado un vuelco terrible,primero la muerte de su marido por el asqueroso covi,después su depresión y para acabar su único hijo llevaba dos años sin trabajo.El hijo la animaba pero ella no podía ver nada más que lo malo.Atras quedaron esos Sanfermines en donde disfrutaron tanto, El chupinazo,la salida de los toros,las peñas y las barracas.Mama ya verás como me volverán a contratar le decía su hijo,han abierto nuevos locales hay trabajo.Juana le dio la razón al hijo,Pamplona estaba con ganas de disfrutar y ella también lo haría.Viva Sanfermin . 

IRATI 2020

Blanca Goñi Allo

Cuando volvió a abrir los ojos, las cabezas grandes seguían ahí. Se contuvo las lágrimas porque a su alrededor todo eran risas y caras alegres, pero a ella esos rasgos deformes, esos señores tan altos con tanto ropaje le daban un poco de miedo. Además, la larga lazada roja que llevaba en la cintura se le enredaba en los dedos de los pies y el pañuelo rojo al cuello le daba calor. Volvió a mirar a su madre y vio que la miraba embelesada, sonriendo y haciendo fotos. Buscó con la mirada a su hermana mayor y a su padre, pero los había perdido entre una masa de gente vestida de igual manera, de rojo y blanco, como si estuvieran en el comedor de la guardería. Había música por todas partes y en el cielo azul brillaban los globos que se habían escapado de las manos de los niños. Y le gustó el ambiente. En sus dos años de vida nunca había visto a tanta gente junta, tan feliz, a tantos niños sonriendo mientras la música no paraba de sonar. Se llamaba Irati, había nacido en 2020 y eran sus primeros sanfermines. 

MEMORIAS DE UN VIAJERO

Brian Miguel García Reyes

Un seis de julio mi espíritu sintió por primera vez la calidez de la tierra del león plateado. A mis compañeros de aventuras y a mi no nos quedó mas remedio que caer rendidos ante el encanto de aquella concurrida y pintoresca metrópoli, heredera de las maravillas de una antigua era que jamás será olvidada.

El cielo del mediodía fue testigo del resonante fogonazo que avivó el corazón de miles de hermanos que exhibían con orgullo sus pañuelos rojos. Las fiestas de San Fermín habían iniciado. Fue justo en ese instante que la vi, a la musa de mis sueños e ilusiones. Nuestras miradas chocaron por la mitad de un segundo, pero eso bastó para que sus brillantes ojos esmeralda se impregnaran en mi alma.
Y en un parpadeo el fulgor de su belleza se disipó junto a la brisa de verano.

La busqué al caer la noche, perseguí su dulce aroma durante la celebración del Riau-Riau y puedo asegurar que la vi de espaldas durante el encierro. Nunca logré hablarle.

Cada año regreso a Pamplona con la esperanza de reencontrar esos ojos esmeralda. Jamás perderé la fe. Estoy seguro de que el festivo viento de julio volverá a reunirnos en esta hermosa tierra.