XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


DÍAS DE ENCIERRO.

María Prieto Domínguez

Se despertaba con el canto del gallo. Luego era el olor a café y pan tostado lo que invadia sus sentidos. El patio delantero de la casa de la abuela era precioso y estaba lleno de vida. Las gallinas picoteaban entre los ladrillos los restos del trigo de la siega. Las macetas de hierbabuena y albahaca daban aroma a la mañana. Y ella desperezaba sus sueños de chica de ciudad. Eran perfectos aquellos dias de verano en el pueblo….
Le gustaba cerrar los ojos y viajar por los recuerdos del pasado. Ahora tenía una situación distinta, muy distinta… Soñaba con la vuelta a una relativa normalidad, pues ya no sería igual. Así que llenaba su regadera y comenzaba a regar sus macetas, su perro tranquilo oteaba la calle sin ningunas ganas de moverse. Allí le daba el sol respiraba aire fresco y puro y contaba palomas y gaviotas que revoloteaban de aquí para allá.
Las nubes dibujaban figuras caprichosa que van despacito pintando el cielo. Un cielo prometedor que lleno de sueños y esperanzas la llenaba de ilusión…
 

INDESCRIPTIBLE

María Franchez Martincorena

¿Cómo hablarte del aliento contenido, el corazón en un puño y la emoción que caben en un encierro? ¿Cómo explicarte los balcones de cuerpos apretujados o el vallado de madera clavado en pleno suelo, entre adoquines sobre los que retumban pezuñas y zapatos?

¿Cómo hablarte de la música inundando calles, de pasos torpes y risas en bailes improvisados? ¿Cómo contarte las dianas y las txarangas? ¿Cómo expresar el abrazo de la multitud, las sonrisas amistosas, las carcajadas…? ¿Cómo explicarte que guardo el sabor de la mañana en una docena de churros volviendo ya para casa?

¿Cómo hablarte de los fuegos artificiales cruzando el cielo nocturno, de ese siseo que los precede y te acelera el corazón…? ¿Cómo contarte el retumbar atronador, el espectáculo de chispas y colores que surca la noche en San Fermín?
¿Cómo hablarte de gigantes, de cabezudos, de kilikis y zaldikos? De los ojos de los niños, tan grandes y tan abiertos, mirando fascinados el chupete que alguien le colgó a la Braulia…
¿Cómo contarte el ímpetu en la voz de quien, un siete de julio, arroja templada una jota al santo?

¿Cómo explicarte una ciudad que se celebra y se vive, bajo rojo sobre blanco, con tanta pasión?
 

CHUPINAZO

María Bermejo Rodríguez

Ya eran las 10 de la mañana y los nervios empezaron a recorrer mi cuerpo. La ropa blanca la había dejado preparada la noche anterior, me vestí, me anudé el pañuelico rojo a la muñeca, cogí la mochila y salí hacía la plaza del Ayuntamiento donde me esperarían mis amigos y amigas. Algunos se encargaron de llevar unas botellas con calimocho y unos vasos para tomar algo antes del momento que esperábamos.
Mientras charlábamos de nuestras cosas el reloj avanzaba y sin darnos cuenta ya eran las 11´50… ¡10 minutos para el momento del chupinazo! Ese instante en el que los nervios se funden con la emoción y el entusiasmo, esperando el encendido de la mecha y el sonido del cohete que anuncia el comienzo de los Sanfermines, en el que pamploneses y gentes de muchos otros lugares con el pañuelo rojo alzado en las manos hasta ese minuto, nos lo anudamos al cuello y empezamos a disfrutar de tantos momentos festivos, donde la música es uno de los elementos principales durante las próximas 204 horas en las que los sentimientos son diversos pero siempre predomina la alegría.
Los días pasan, las emociones y los recuerdos se almacenaran un año más…
 

EL PAÑUELO MÁGICO

Maria Garcia Bustos

Un soleado día de julio, Patrick, turista estadounidense, llegaba a Pamplona, impregnándose del espíritu festivo de San Fermín. Fascinado por el mar de pañuelos rojos, compró uno en un pequeño puesto callejero.

En el primer agite del pañuelo, se encontró inmerso en el tumulto del encierro de 1924. Sintió el estruendo, la adrenalina y el polvo bajo los pies de los toros. Agitó el pañuelo otra vez, y se halló en 1977, viviendo el resurgimiento de la fiesta tras la dictadura.

Con cada ondeo, Patrick viajaba, asistiendo a conciertos en la plaza del Castillo de los años 50, probando el caldo en las peñas de los 80, bailando la jota en los 90. Vivía la intensidad, la alegría, el miedo y la emoción, erigiéndose en espectador de un siglo de historia de San Fermín.

Sin embargo, al llegar a la última jornada de las fiestas, en lugar de agitar el pañuelo, Patrick decidió guardarlo. Había aprendido que cada momento era único, que el verdadero encanto de la fiesta no residía en revivir el pasado, sino en saborear el presente. Con su pañuelo rojo anudado al cuello, Patrick, ahora más que un turista, se unió al coro de voces que cantaba «Pobre de mí». 

EL CURSO

María álvarez Maestro

Empezamos el último curso de bachillerato, la guillotina de la EVAU al final. Ni un momento de descanso. ¡Es tu futuro!, te la juegas en dos días.
Sin embargo me aceptaron en un equipo de baile urbano, un poco de deporte y disciplina ayuda a estudiar.
El Osasuna de este año pinta bien.
Primer trimestre va bien y la Navidad siempre proporciona un descanso físico y alegría mental, Osasuna sigue bien en la Liga y en la Copa.
Cambiamos de año, vislumbrando el ecuador de la carrera, no bajar los brazos y seguir estudiando, ni ir al cine, ni leer libros, solo ladrillos para lengua, de esos que tienen problemas como de otro siglo.
Osasuna elimina al Betis en la Copa y espera al Sevilla.
Pronto llegan las competiciones con el equipo de baile urbano. Es nuestro primer año juntas, los viernes entrenamos.
Y así sin quererlo y a la velocidad de un rayo, parece que se acerca el final.
Golazo, Osasuna eliminó en semifinales al Bilbao.
Me aceptaron en la Universidad que quería.
Vamos al Nacional de baile.
Osasuna pierde la final de la Copa del Rey.
¡Se luchó hasta el final!
El DÍA 6 NOS PONEMOS EL PAÑUELO Y A CELEBRARLO TODO.