LOS PRIMEROS
Natalia Salas Takahashi
6:45 a.m., año 2022, 7 de julio, suenan las primeras dianas, en la cuesta de Santo Domingo los primeros corredores, en Pamplona los primeros San Fermines post pandemia, en mi piso los primeros de la vida y desde mi balcón mi primer recuerdo. Un momento que hice mío fue cuando mi corazón nostálgico de amigos y familia sintió alegría de ver a un grupo de amigos, de esos que parecen de toda la vida, brindar con chocolate y churros el inicio de los tan ansiados San Fermines los vi reír y abrazarse todo eso lo viví con ellos yo con un tecito desde las alturas escuchando a mis niñas jugar, mezclándose con el bullicio de la calle y es justo en ese instante cuando se entrelazan recuerdos en mi inmigrante memoria. Pude sentir la emoción que viven los pamplonicas una semana al año dónde sin pudor experimentan lo humano y lo divino, donde gigantes vienen vestidos con sus mejores galas desde todas partes del globo, para prestigiar a Iruña ciudad… mientras mi mente vuela, a las 8 am una roja y blanca adrenalina se apodera de estafeta kalea, donde extrañamente en 3 minutos el tiempo se para y donde toro y corredor son uno.
REMINISCENCIAS IMBORRABLES
Natividad Villar Martínez
Ignacio se abrocha las deportivas, solicitó la semana pasada al servicio de lavandería que las lavaran, pues tras un año guardadas en su caja, el color blanco había empezado a amarillear. La noche previa ya había preparado minuciosamente sobre el galán de noche de la habitación que comparte con su compañero Martín, sus pantalones y camisa blanca, así como la faja y el pañuelo de color rojo. De pronto es consciente de un último elemento que cumplimente su indumentaria, el periódico, que siempre suele traer de su población natal Elizondo para estos días de hospedaje en Pamplona, pero ayer no lo hizo, confía en que quede en la cafetería algún ejemplar. Mira el reloj, y sus agujas marcan las siete y media, un escalofrío versiona en una emoción que recorre toda su espina dorsal. Dispuesto para una nueva carrera intenta dirigirse a la puerta de salida de la habitación pero sus piernas no responden, en ese momento irrumpe en la habitación la cuidadora que acaba de iniciar turno.
-Ignacio, buenos días, ya le acerco su andador y no se sofoque que llegamos con tiempo, ya hemos puesto la televisión en el comedor, y aún los locutores están retransmitiendo los datos preliminares a la carrera.
MI MORTAJA IMPERFECTA
Nelia Bermudez Palma
Ya de par de mañana que me siento cansada.
Estirada en la cama, una sábana me cubre. Una sábana blanca, como un gigantesco delantal , de un blanco desinfectado.
Mi mortaja imperfecta.
Un parloteo incesante y música de anuncio me llega desde el otro lado de la habitación. Alguien echó unas perrillas al temporizador del televisor que, como autómata sin alma, vomita la programación.
Molesta, ordeno los tubos que salen de las vías mientras miro de reojo la pantalla. Éstos, que se han enredado durante la noche, entran y salen de mi cuerpo en un silencio solemne. Observo mi trabajo. Sobre la inmaculada sábana cruza, atravesando el vientre, uno de los tubos que sale del gotero. Éste, de espeso color bermellón, asemeja un hachazo que me partiría en dos.
Las voces del televisor llaman mi atención. Un gentío ocupa la pantalla. Muchachos llenos de energía y hombres experimentados, corren por calles estrechas y de curvas inesperadas, todos vestidos de blanco y rojo. Gritan excitados delante de bestias astadas, haciéndolas ir por donde ellos quieren.
Sonrío irónicamente, nada nos podría separar más. Ellos corren llenos de confianza delante del monstruo y yo no sé cómo huir del que llevo en mi interior.
UN DÍA TAURINO…
Nelson Omar Marsico Silva
Aún recuerdo aquel día inolvidable, el sol deslumbraba resplandeciente por la mañana en Pamplona, el aire fresco podía sentirse lleno de pureza en la cuesta de Santo Domingo, satisfacía de manera rebosante a quien lo contemplara en aquel 10 de julio de 1925.
Comencé a correr por la calle con mi pañuelo rojo amarrado al cuello, sentía San Fermín correr por mis venas como éxtasis, en un momento tropecé y caí, una dosis extra de adrenalina recorrió mi cuerpo al sentir con las manos el piso temblar, aquella manada se acercaba a mí. Levanté la mirada y un hombre tendió su mano para ayudarme rápidamente. Finalizamos parte del recorrido, el permanecía junto a mí, tal vez con temor a que volviera a tropezar pensé en ese momento, le agradecí y le pregunte casi sin aliento:
_Esto es fantástico, ¿no crees?
_Si, y pienso escribir una novela al respecto, esto es una experiencia única -me respondió jadeando cabeza abajo, con sus manos tomando sus rodillas y recuperando el aliento
_ ¡Increíble!, ¿Cómo te llamas? -pregunté fascinado a su respuesta.
Se reincorporo enérgicamente, me miró a los ojos y me dio un fuerte apretón de mano presentándose:
_Me llamo Ernest Hemingway, un gusto…
EUTSITAKO EMOZIOA
Nerea González álvarez
2023ko uztailean, New Yorketik Iruñerako bidaia egin zuten Michaelek, Williamek eta Tomy gaixoak. Erabakia irmoa zen: iraganari aurre egingo zioten.
Hogei urterekin pairatu zuen ezbeharra; lau hamarkada igarota, lo egiten zuenean, oraindik ikusten zuen bere burua iturrian igota, amesgaizto ikaragarrietan. Eta egunero-egunero, bi lagunen ahotsen durundia buruan: “salto egin, Tomy!”.
1983ko sanferminetan, tamalez, Tomyk hegan egin zuen alai; baina azpian zeudenek gainera zetorkien gorputza sahiestu, eta, buruan hartutako kolpe izugarriaren ondorioz, hitz egiteko gaitasuna galdu zuen betiko.
Berrogei urte luze pasatu ostean, han ziren hirurak berriro. Jai-giroan murgildurik ez zeuden, ordea. Ohiko jarrera agertzen zuen Tomyk: inguruari so, emoziorik ñimiñoena ere adierazi gabe, hazpegiak izoztuta legez.
Noraezean ibiliz, haraino heldu ziren. Amesgaiztoaren iturria ikusi bezain azkar, hormari bizkarra emanda gelditu ziren bat-batean. Norbaitek bizitzaren “pause” botoiari sakatu balio bezala izan zen. Airean igeri zebiltzan musika eta burrunba gelditu ziren. Mugimendurik eza erabatekoa; usainak ere ez ziren igarri lipar batez. Orduan, Tomyren eraldaketa hasi zen: begiak ireki zitzaizkion begizuloetatik irteteko zorian egon arte; ahoan, hortz guztiak erakusten zuen irribarre beldurgarria agertu zitzaion. Ukabila altxatu zuen nekez, gorputz osoa dardarka baitzuen. Eta ahotik lerdea ateratzen zitzaiola, inoiz entzundako ahots urratuenarekin garrasi egin zuen: GO-RA SAN-FER-MIIIIIN