EL NUDO
Carlos Azanza Ladrón
Hace tres años te despediste, como siempre, hasta el año siguiente. Y yo, vela en mano y con nuestra alianza ya en la muñeca, juré que te esperaría, como cada 14 de Julio.
Pero llegó el año siguiente, y el maldito Bicho que azotó el mundo y nuestras vidas, impidió que volviéramos a juntarnos como lo hacíamos hasta entonces, Julio tras Julio. Yo siempre había oído hablar de que, en tiempos de mis abuelos, una guerra te mantuvo alejada dos veces de tu Pamplona querida, pero nunca pensé que eso pudiera ocurrirme a mí. Pasó otro año, y el Bicho se empeñaba en privarme de tu llegada, por lo que huí de aquí durante esos días.
Y aquí estoy ahora, mil ochenta y siete días después de tu último adiós, dirigiéndome a esperarte sentado en el séptimo y último escalón de la escalera por la que siempre aparecías, radiante, blanca impoluta. Pero tú ya estás ahí, y cuando yo aún estoy acercándome, vienes hacia mí y me dices: “Esta vez, sí… ¡Ya falta menos!”. Y nos fundimos en un abrazo, formando un nudo idéntico al nudo que tengo en mi garganta, e igual al que mi garganta luce en su pañuelico.
LA CUADRILLA
Carlos Belmar Juaranz
Dieciséis somos en la cuadrilla. José Joaquín es el más joven, diecisiete primaveras y Fermín el mayor, sesenta y tres castañas. Nos vemos cada año solo para los encierros, Mattew viene de Illinois y Gonzalo de México. Daniel se unió en 2009 y no queremos ser más. En el almuerzo nos ponemos al día, recordamos anécdotas y hacemos planes.
Nadie conoce el recorrido como nosotros. Nadie lo ha hecho más veces. Y aunque a San Fermín pedimos la bendición seguimos cayendo. Los primeros Hilario y Vicente en Santo Domingo, otros en Ayuntamiento Mercadederes, Estafeta y Telefonica. Algunos llegamos a la plaza pero allí nos alcanzan. Casimiro y Julián tiemblan si nombramos a «Semillero «. Sacralizamos con nuestra sangre los 875 metros. Si caéis os levantamos, si tropezais os sujetamos. Corremos a vuestro lado, codo con codo y metro a metro. Somos ese escalofrío que os recorre la espalda cuando, delante del asta del toro conseguís apartaros a tiempo. Nuestra cuadrilla está cerrada, no queremos ser más.
Las doscientas cuatro horas terminan. No nos olvidéis, brindad a nuestra salud. Somos los dieciséis caidos. Honrad nuestra memoria.
¡Viva San Fermín! Gora San Fermín!… ¡Pobre de mí! Gaixona Ni!
DE NUEVO, SAN FERMÍN
Carlos Birras De La Hoz
De nuevo San Fermín
A veces el destino llega a confabularse contra nuestras vidas. Cuando llegó el Covid, a nivel mundial, y de forma absolutamente aterradora e inevitable, a nivel personal casi me asoman lágrimas de llanto cuando se acercaba el mes de Julio y se anunciaba que no se celebrarían los Sanfermines ese año. Y aún habría de esperarse hasta 2022 para poder volver a disfrutar la que considero una de las mejores fiestas del mundo, tanto por su organización como por su propia idiosincrasia. Es la única del mundo donde correr junto a unos toros, animales de media tonelada, llevando solamente un periódico enrollado en tus manos, pese al respeto que logran imponer.
Si algo tenemos garantizada es la emoción, y esa la liberación de adrenalina que, desde el disparo del chupinazo, se mantiene durante el recorrido de corredores y toros, hasta la entrada en la plaza.
Bellísima Pamplona, bellísimo recorrido de una fiesta que no tiene ningún parecido en ninguna otra parte. Jamás he pasado momentos tan intensos como en estas fiestas, donde hay que lidiar también con los inexpertos de diversos países que no sólo no respetan nada, sino que hacen peligrar a los verdaderos aficionados. Pero eso es inevitable.