XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LO INNOMBRABLE

Ainhoa Lizarraga Villota

Pobre de mí, llegué a este mundo con un estigma de nacimiento que me ha perseguido desde entonces. Ni “esos ojos verdes como soles” a decir de mi abuela, ni ciertas dotes artísticas que despertaban algún destello de admiración me salvaban de la mirada de conmiseración al enterarse. “Pobrecico, qué mala suerte” repetían.
Incluso recibí un nombre pomposo para conjurar tan mal fario: Napoleón Camilo, ni más ni menos, así me llamo. Pobre de mí. Camilo porque es el santo del día de mi nacimiento, precursor además de una organización humanitaria; Napoleón porque mi madre vio una relación remota. Un intento vano de mis progenitores para revertir aquel estigma tan etéreo como condenatorio.
Nací un catorce de julio, “el día de la Revolución Francesa” me decían de tácito acuerdo para solapar aquella fecha maldita que cualquier persona de Pamplona evitaba mentar. Pobre de mí. 

EL PAÑUELICO DE AMA

Aitor Anaut Ruiz

“Aita, no te asustes cuando vuelvas a casa” Tendría que haberle advertido para que no le de un infarto cuando vea todo patas arriba. Esto me pasa por confiarme en encontrarlo donde había estado toda la vida. Pero, tras horas de abrir cajas, revolver cajones y vaciar armarios; puedo confirmar la desaparición del pañuelo de ama. Aún la recuerdo tras los últimos sanfermines recogiéndolo junto a sus camisas, sus pantalones y su faja. Con la nostalgia de las fiestas que se van, y el anhelo de las que vendrían. ¿Cómo íbamos a imaginar, ama mía, qué iba a pasar?

Tenía la ilusión de llevar en mi cuello su pañuelico. Celebrar el retorno de nuestra fiesta como ella lo hubiera hecho, en su memoria y en su compañía.

No ha podido desaparecer así, a no ser que… ¡Aita! Él habrá tenido la misma idea. Ojalá lo hubiese pensado antes de revolver toda la casa, o de ilusionarme para nada. No voy exigir que me lo dé. Pero… ¡Podríamos compartirlo! ¡Eso es! Sería como volver a estar los tres juntos de nuevo en nuestra fiesta.

Dos años sin vivirlos, dos años sin sentirte. Por ti, ama. ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!
 

AMARTE; ESPERARTE; LLORARTE; EN ESTA GUERRA.

Albert Fatsini Plazas

Donde las ilusiones mueren. Donde la sangre corre. Aguardo donde debía celebrarse nuestro encuentro… y hay ahora sólo silencio. Con el corazón estrujado y el alma marchita, veo por televisión su mundo manchado, bombardeado, desvaneciéndose el olor de la vida entre escombros y ceniza. Me prometía yo unos tiempos felices con su visita desde Ucrania este 7 de Julio, en esta ciudad mía que siembra alegría y recoge esperanzas. Aquí la conocí hace un lustro, perdiéndome en el azul de su mirada y el vaivén de su áureo cabello, sentada ella en medio de la plaza y rodeada de sus amistades; y, observándola, veía yo sólo el futuro con ella. Me recorrió una pasión ignota que me transformaba y me dominaba. Dejé de ser un niño en ese instante para convertirme en hombre, caminando hacia ella cuando lo valiente de la juventud me hacía inconsciente. E-mails, cartas, una pandemia y videollamadas desde entonces, construyendo el amor que hoy sentimos, deseando volver a estar juntos este San Fermín 2022. Se sesgó toda comunicación al inicio de esta maldita guerra de su pueblo con Rusia, y sacrificaría todo de mí por saber que está viva. Que regrese, por favor; donde la esperanza todavía vive.