XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EN EL NOMBRE DE SAN FERMÍN

Danilo Antonio Castaneda Juárez

En el nombre de San Fermín, oro; para que no me coja el toro. Soy un superhéroe encubierto, que nada teme, soy muy rápido y perspicaz que nadie puede alcanzarme ni cogerme.
Río, pues no hay razón para llorar; más cuando vivo este 6 de julio en la Pamplona histórica y pintoresca, cuando lo de ser el mejor se me da. Y al dar el portazo de salida, vienen hacia mí, aquellos pequeños amorosos, queriendo besar a cada uno de los que atrás, se quedan de mí.
No sé qué sucede a mi alrededor, como si de llevar anteojeras se tratara, mi objetivo es llegar a la plaza viendo siempre al frente, pero puedo ralentizar mis saltos, pues quiero demostrar que soy el mejor y jugar con las reses que de reojo me ven junto a sus más de mil libras, ¡qué San Fermín me libre!
Soy un superhéroe, pero lo más importante ahora es salvarme, luego veré por los demás; porque en realidad estoy sufriendo de miedo incesante, sudando el mediterráneo y llorando para adentro; pero quiero triunfar, gozar y celebrar luego mi victoria en un bar.
San Fermín, que el encierro no sea mi entierro. Amén. 

LA LLAMADA

David Martínez Abárzuza

“Beeep, beeep”.
– Carlos… ¿por qué me llamas a estas horas?,¿qué pasa?, ¿tienes todo preparado para el txupinazo de mañana?.
– Xabi, me han jodido. Me acaba de decir mi madre que su tía la de Badajoz se ha puesto muy grave y tenemos que salir ahora mismo hacia allá para despedirnos de ella. ¿Qué pinto yo con 17 años en el culo del mundo, en San Fermín, viendo cómo se muere una señora que casi ni conozco?.
– Qué putada. ¿No puedes quedarte?.
– Mi madre dice que tenemos que ir toda la familia, que el año que viene me lo compensará. ¡Joder!, me quedo sin fiestas. Esto es una mierda.
– Pfff… Ánimo Carlos. Mira, la primavera que viene vamos a Amsterdam de viaje de estudios, Tania dijo que volvería de Italia con dos amigas para los siguientes sanfermines, ya habremos cumplido los 18 y además nos toca entrar en la peña que llevábamos tiempo esperando. Y si quieres le echamos un par de huevos y nos ponemos delante de los morlacos. Los próximos sanfermines la vamos a gozar, ya verás. 2020 va a ser nuestro año, nada ni nadie nos lo va a estropear. Que me caiga un rayo si no es así. 

INFINITO

David Villar Cembellín

Tenía una cicatriz con el símbolo de infinito en la muñeca. Los días buenos recordaba su nombre, los días malos sólo era un ocho tumbado. Los días malos eran cofres sumergidos. En los días malos no estaba Él, esta era la parte buena de los días malos. Él se llamaba Acher, los días buenos estaban llenos de Acher. Se conocieron en los Sanfermines de 1969 y aquel día vieron amanecer; bebieron y rieron con la desmesura de quien se acaba de enamorar. Recordar era bueno, pero también malo. Acher la amaba y ella a Él, los días malos no recordaba esto. Por eso los días buenos transcurrían apesadumbrados. Los días malos no estaban llenos de Acher y se arrastraban indolentes; esto era malo, pero también bueno. Pero los días buenos aún lograba escuchar su voz: «te amaré infinito», había prometido bajo los soportales de la Plaza del Castillo. Aunque los días malos estuviesen llenos de nada, prefería el sufrimiento del recuerdo a la apatía de la desmemoria. Por eso ella había decidido tallar ese símbolo sobre su muñeca, una lemniscata. Porque Acher cada vez aparecía menos, estaban ganando terreno los días malos. La enfermedad avanzaba igual que toros enfebrecidos que no detienen su camino.