XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


AMOR SANFERMINERO

Elena Indurain Eraso

Los últimos Sanfermines me enamoré de tí, de tu pañuelo rojo y de tu espíritu sanferminero, de tu tez morena y de tu pelo negro.
Dos años de pandemia nos han separado, obligándonos a dejar la emoción, la alegría y devoción a un lado. Pero este 7 de julio por fin espero volver a verte. Poco antes de las ocho iré a reunirme contigo, te miraré fíjamente a los ojos y como si de un trovador cortejando a su amada se tratara, te cantaré, periódico en mano: «A San Fermín venimos por ser nuestro patrón» para que, como siempre, durante la carrera, me des tu bendición. 

HABLANDO CON SU FANTASMA

Elena Goñi Anzano

El sol cae a fuego.
Un grupo de franceses recorren la plaza de toros con una guía experimentada.
Están fascinados, ya queda poco para las fiestas pero ellos no las van a ver, es su momento de imaginarlas.
Al llegar al corral donde se guardan los caballos y donde van a ver un video estupendísimo de la crianza de los toros de lidia, una oscura figura con gafas atraviesa la pantalla
Tanto guía como turistas parecen sorprendidos, jurarían.. si jurarían que lo conocen.
The sun also rises, dice él, y la guía experta en idiomas recapacita y se da cuenta que es él, su fantasma. Con su mejor inglés se aproxima a él.
– Señor Hemingway, le dice. ¿ le importaría moverse a la derecha?, no deja ver el video.
Entonces la figura transparente y ligera, se sienta en una esquina y toma notas en una agenda imaginaria.
– La guía es insufrible, pone. – Sin embargo me gusta mucho.
– ¡Viva San Fermín!.
Entonces ella, la guía que en el fondo también ama a Hemingway por sus obras y por ese documental que vio de su vida en la BBC, le acaricia la mano suavemente, esa mano invisible pero cálida y perfectamente construida. 

YO TAMBIÉN QUIERO

Elena Olivella

¡Notición! La estatua de San Fermín ha desaparecido. Sobre su trono vacío hay una nota en la que pone “Enseguida vuelvo” junto a la mitra, el báculo y la capa.
El encierro está a punto de comenzar.
– ¡Hola! Soy Esteban.
– ¡Hola! Yo Fermín.
– ¿Es la primera vez que corres?
– Sí. Llevo siglos esperando correr el encierro.
– ¡Ja, ja! No será tanto.
En uno de los tramos del encierro, Esteban se cae y, justo antes de que la res le embista, Fermín lo aparta.
– Jo, tío, de la que me has librado. “Mano de santo”.
Al acabar, Fermín acompaña a Esteban y a su cuadrilla a tomar kalimotxos y huevos con chistorra.
Fermín se despide: “Tengo que regresar a mi puesto”.
– Que amigo más friqui te has echado. Es majo.
– Su cara me recuerda mucho a alguien. ¿Vive en Pamplona?
– Sí, por la calle Mayor o por la Cuesta de Santo Domingo.
¡Notición! La talla de San Fermín vuelve a estar en su altar.
Los expertos confirman que es la estatua original y que no ha sufrido daños. Algún desconchón y la barbilla mojada, que huele a vino. En su rostro, sus labios dibujan una sonrisa.