TORO, TORO
Humberto Belenguer Aguilar
Han pasado hace unas horas y aún se puede percibir en el ambiente la bravura que han dejado a su paso. Iban acompañados por unos corredores vestidos de blanco con su faja roja y su amuleto en la mano doblado en forma de abanico. Pocas veces unas noticias y unas opiniones escritas en un papel han servido de acompañamiento para tan grandioso recorrido.
La noticia principal: Estamos en San Fermín. Y la opinión: Que teníamos muchas ganas
MIEDO A ENVEJECER
Iago Trias De Bes Soler-lluró
Me convocas para un reencuentro que no sé cómo afrontar. Siento los nervios de nuestra primera cita, sumados a la ansiedad de no saber si estaré a la altura. Cuando nos conocimos ya habitaba en mí la sombra de esta inquietud: cuántos años sería capaz de mantener la llama, la pasión, cuántos años sabría corresponder al envite de tu euforia arrolladora. Me aferré a lo nuestro como forma de vida, de resistirme a envejecer, te lo confieso.
Si ya dudaba entonces, imagínate ahora, tras tres años de insoportable travesía en el desierto, llorándote y creyendo, a ratos, morir de nostalgia por tu ausencia. Ahora que ya me había convencido de que nuestra ruptura era inevitable y que debía asimilarla para avanzar, cerrar un capítulo y quedarme con lo mejor de nuestros años juntos, anuncias tu regreso.
Decides volver y no encuentro el orgullo para decirte que no. Constato que no había nada sólido en mi relato vital posterior a tu pérdida. Me sumes en un mar de dudas; o debería decir miedos, porque dudas no tengo ninguna: te sigo pensando todos los días de mi vida.
Por si no me reconoces, estaré donde siempre a la hora de siempre. ¡Ya falta menos!
JOAQUÍN ESTA HECHIZADO
Ibeth Diaz
A lo lejos divaga entre el aire y los árboles un olor tradicional, de feria, que emerge poco a poco y se hace más fuerte, cada vez que Joaquín se acerca a la ciudad.
Envuelto en su misterio, como si estuviese hechizado, baila y sonríe entre blancos y rojos, goza y renace entre cuentos y corridas de toros.
» Joaquín no escapa, él vive entre la muchedumbre »