XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


CON DOS DÍAS BASTA

Ignacio Navarro Otano

Este año paso, si siempre es igual, con dos días basta, venga, almuerzo el 6 y a saco hasta aguantar, el 7 Procesión con la familia, vermuteo, comida con los padres, toros y el 8 para la playa, suficiente; ya está, reservado: del 8 al 14, espera, que este año por fin nos juntamos los primos y dijeron viernes 8, pues nada, cambio: del 9 al 14, ahora sí, uy, no, la comida con los del curro, dos años sin hacerla, hay ganas, quito otro: desde el 10, confirmar, cuida, cuida, que un día les prometí a los sobrinos encierro, Gigantes, Gorgorito, barracas -ya puedo preparar la cartera- y fuegos, cambiar, del 11 al 14, confirmar, continuar, quieto moreno, que en la Peña el Día del Socio va a ser muy especial, ojo… lunes 11 con los de casa, retroceder, cambiar, del 12 al 14, confirmar, güaitamoment, que el 12 conciertaco, por fin algo potable, p’atrás, escapada del 13 al 14, tampoco, pillamos entradas para la final de pelota del 13 y joé, la despedida de los Gigantes me sigue emocionando aunque me esconda con las gafas y diga que voy por los pequeños… cancelar todo: ¿está usted seguro? aceptar, cerrar, apagar… disfrutar.  

UNA AURORA EN ARMONÍA

Ignacio Alli

Refrescaba en la ciudad y, en los albores del día, se percibía la esencia de la lluvia caída de madrugada. Prometía ser un día caluroso, pero faltaban horas para eso.
Cada cual en sus domicilios, mozos de peñas, concejales, porteadores del Santo, de gigantes y cabezudos, gaiteros y txistularis, religiosos, joteros, pamplonicas de toda la ciudad se preparaban para una procesión que llevaba dos años sin celebrarse.
De pronto, como si de un coro se tratara, desde las alturas, llegó una melodía familiar y reconocible por todos ellos.

«Hoy, siete de julio, suenan las campanas,
suben los cohetes, músicas sin fin…»

Como si alguien los dirigiera, en sus mentes, siguieron la tonadilla de la famosa aurora.
Desde su corazón, cada persona recordaba a madres, padres, hermanas, hermanos, hijas e hijos. A aquellos parientes y amigos que este año, sin haberlo pedido, víctimas de naturaleza implacable, verían la procesión acompañados del mismisimo San Fermín.

Por unos instantes, corazones encogidos, lágrimas de tristeza fueran liberadas por el recuerdo de haber vivido tantos sanfermines con sus seres queridos.
Y, como si de un sentimiento pactado se tratara, con ese recuerdo, surgieron en sus almas votos renovados de esperanza por la fiesta que iban a volver a vivir. 

CORNAMENTA.

Iker Pedrosa Ucero

Pertxa bebió la octava cerveza. Nada. Sólo sombra. Se suponía que el desengaño amoroso sonsacaba a las musas sus más tiernas rimas y viscerales metáforas. Acabó la novena y salió, como perfectamente habría hecho otrora Ludwig van.
Paseó, entró en un bar, “consumición alcohólica, sorpréndame, por favor”. Escuchó una serie de chupinazos y salió en tromba embistiendo todo lo que se encontraba a su paso.