XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL EMBARQUE

José Luis Fernández Martínez

Estaban todos en el embarcadero. Aquello era una algarabía, una fiesta; como cuando se despide al equipo olímpico nacional camino de las olimpiadas. Estaba allí todo zurriburri : las madres atentas, orgullosas. Satisfecho, también, el mayoral. Baldados los peones. Algo achicados los ejemplares que se quedaban. Ociosos y ajenos los caballos. Alguna chicharra se hacía notar. El primero en la tanda, Sietevidas. Un soberbio estrellado que ascendió la rampa arrogante y seguro como un divo. Luego los demás…Ya picaba el sol al final del embarque.
―¡Brrrum!, ¡brrrum!…
―… A Pamplona hemos de ir…― canturreó el chófer…
 

DE NIÑA A MUJER VESTIDA DE BLANCO Y ROJO

Jose Luis Bragado García

DE NIÑA A MUJER VESTIDA DE BLANCO Y ROJO
Ya salen los toros. Una hilera de cuernos espera su ocasión. Sientes los segundos derritiendo tiempo en tus venas, pero, ha valido la pena tanta espera para debutar hoy. Cumpliste en junio los 18. Tienes el ansia de enfrentarte con los toros, de disputarles corriendo la baza de la vida o, de la muerte. El chupinazo te recuerda el beso de buena suerte de tu madre. Los toros ya están cerca desgarrando el aire a cornadas, van lanzados entre babas y resoplidos. Tú también resoplas fuerte, para que no se note el temblor del corazón. Y sin apenas darte cuenta, estás entre los cuernos. Ahora de tras de ti toda la calle es toro, toda la calle es negra. Y tú, mujer, aguantando entre las astas, eres nieve fajada de rojo para romper tanta negrura. Ahora sí, mujer, ahora sí que se te resecan los labios y un caballo salvaje te galopa la garganta. Ahí, en Estafeta, hay una niña muy mujer, una corredora jugando a la muerte. Cansada, con un hábil quiebro saliste de entre la manada. Y ahí se quedó la mañana, la tuya, vestida de blanco y rojo.
 

VOLVER

José Luis Baños Vegas

Más que correr, este año volaré por la Cuesta de Santo Domingo, por la Plaza del Ayuntamiento, por Mercaderes, por Estafeta… También veré desde mi privilegiada posición cómo los corredores le cantan al santo patrón frente a la hornacina que alberga su imagen. Y sentiré de nuevo la emoción que, durante muchos años, me acompañó al oír el chupinazo y la tristeza al entonar el «Pobre de mí». Porque los espíritus libres vuelven, aunque solo sea por momentos, al lugar terrenal donde siempre fueron felices. Y es que el mío hace ya más de dos años que abandonó mi cuerpo por culpa de la pandemia y ahora espera ansioso que se celebren de nuevo los sanfermines.