¿RETIRADA?
Jose Miguel Garcia Gobeo
Pensé que aquella primera “andada” era la retirada de los sanfermines, me pareció que era mucho más peligrosa que la mayor cornada que imaginar pudiera.
Me recuperé y me di cuenta, que eso se consideraba parte de la fiesta, de la juerga, era un avatar más del normal acontecer en estas 204 horas, pero ya dejé de andar de esa forma.
Pensé que aquella cornada, era la retirada de los sanfermines, me pareció que era mucho más peligrosa que cualquier otro accidente que imaginar pudiera.
Me recuperé y me di cuenta, que eso se consideraba parte de la fiesta, de la juerga, era un avatar más del normal acontecer en estas 204 horas, pero ya no corrí más encierros.
Pensé que aquella pandemia, era el final de los sanfermines, me pareció que era mucho más peligrosa que cualquier otra cuestión que imaginar pudiera.
Me estoy recuperando de ella y me doy cuenta, que me da igual, la andada, la cornada y la pandemia, el cartel, quién tira el txupinazo, quién torea, si la ropa es blanca o negra, lo que quiero es estar en Pamplona-Iruña el día 6 de julio, cuando estalla la fiesta, la fiesta de mi pueblo.
GUÍA RÁPIDA DE COMO CORRER EL ENCIERRO.
José Oscar Rodríguez Zarraluqui
Anoche llegue acompañado del silencio. Aquel que fue absorbido por el bullicio de manera inmediata. Ahora descanso sobre un deshecho fardo de paja, percibiendo como los árboles ribereños reflejan su alargada figura en las tranquilas aguas del río.
Unas diestras manos de carpintero afianzan un cohete mientras repaso nervioso antiquísimas premisas, las cuales me permitirán afrontar los ochocientos setenta y cinco metros de exigente e irregular terreno.
Resultara vital mantenerse alerta a los montones producidos a lo largo de la cuesta de Santo Domingo. Deslumbrarse ante la barroca fachada del Ayuntamiento. Aprovechar el antideslizante esparcido por la curva de Estafeta para una vez fuera de ella, ser bravo en la zancada buscando veloces carreras.
En el tramo de Telefónica habrá que beneficiarse de los huecos que deja la experiencia de los corredores habituales. Contraer el pecho al atravesar el estrecho callejón. Notar después como la pisada se vuelve blanda al llegar a la abarrotada plaza y disfrutar con el ambiente concentrado en ella.
Aunque todo bien podría empañarse en cuestión de segundos si la tentación a retroceder se da en algún momento. Tendría que apiadarme de los despistados humanos. Ingenuos ellos. Siguen pensando que un motivado toro jamás se estudiaría el recorrido del encierro.
SENSACIONES DEL ENCIERRO
José Ramón Ramos Martínez
El encierro es despertarse antes del alba con las sensaciones a flor de piel. Ver salir el sol reflejado en la humedad de los adoquines de Mercaderes. El silencio que precede a los cánticos frente a la hornacina de San Fermín. Ajustarse los fajines dejándolos colgar con gracia pero de tal manera que no estorben en la carrera. Periódicos enrollados, palmadas en los muslos. Las emociones se disparan al mismo tiempo que estalla el cohete. Comienza una carrera sin una meta física definida. La única meta es conservar la vida. Es sentir los aromas de las flores de los balcones mezclados con los olores acres de los animales y los del sudor humano, pero sobre todo, el tufo del miedo. Es percibir los colores con nitidez, el blanco de la indumentaria de los mozos, el rojo de fajines y pañuelos, el negro de los toros y el blanco moteado de los cabestros. Ocasionalmente, también el rojo de un reguero de sangre que ha dejado tras de sí la manada. Respirar tras el paso del último morlaco. Subir por Navarrería, asomarse al Baluarte y disfrutar de los rayos del sol sobre el valle de Lumbier y los Pirineos un día más. Mañana, el destino dirá.