XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


¿A QUE NO HAY?

Kike Balenzategui Arbizu

Las dos parejas habían alquilado aquel apartamento de Salou para la primera quincena de julio. Llevaban allí cinco días y su piel había empezado a perder el blanco nuclear de Pamplona. Ya tenían localizados un par de garitos en los que la comida era más que aceptable, las cervezas estaban bien tiradas y ponían buena música, aunque no le llegaba ni a la suela de los zapatos a la del Toki Leza.
La sobremesa del día 5 se empezó a torcer al segundo cacharro. Los chicos sacaron el tema sanfermín encima de la mesa. Que si el almuerzo en la Raspa, que si el txupinazo, que si el Riau-riau, que si las peñas, que si Estafeta, que si Navarrería, que si el concierto de los Fueros… A las doce de la noche aún seguían con el monotema y ellas, aburridas, se fueron a la cama. Ni les oyeron llegar.
A las ocho de la mañana se levantaron, se miraron y dijeron: “¿A que no hay? ¡A que sí!”
A las doce menos veinte aparcaban el coche en la Rotxa y mientras subían la cuesta de Santo Domingo comentaban que no hay nada mejor que un 6 de julio con la cuadrilla de amigas.
 

AMORE MIO

Koldo Ruiz Zudaire

Justo el día 14 de julio nos conocímos, en el pobre de mí, los dos estábamos un poco alegres, por decirlo de alguna manera y los dos decidimos qué los San Fermínes continuaran y así fue, San Fermín continuo para nosotros como había empezado,con alegria y buen amor. No supimos ver venir el toro, no pudimos tirar de nuevo el cohete ni los fuegos artificiales hicieron chispas en nuestros corazones, no pudimos pasear de nuevo por la estafeta haciendo el tonto, como que corríamos el encierro. Al final nos pilló el toro, lo nuestro duro, por parafrasear al gran Sabina, lo que dura un encierro a cámara lenta en la televisión. El desamor trajo los reproches, las falsas promesas , las palabras vacías, el corazón triste, la mirada ausente, la inquietud, la ansiedad la tristeza y como no la depresion. Pobre de mi, pobre de ti. Y pobre toda esa gente que nos aconpañaba cantando al desamor. Que quiere que le diga, usted habra tratado a mucha gente que esta peor que yo, pero le juro por mi vida, que yo sin ella de pena muero, como cantaba aquel mariachi en antoniuti. ? Me pude recetar algo fuerte que dure unos 364 dias?
 

BULLS IN BLACK AND WHITE

Larry Belcher

Then. Bulls in the streets on a black and white TV.
“Mom, I’m going there someday.”
Outside, Herefords lowing in the Ohio evening.

Now. Standing by the doors as the train enters the Estación del Norte.

PAMPLONA

A poster by the door:
FERIA DEL TORO 1975

Through the waiting room and out onto the gravel esplanade, where a boy is tracing naturales with a jacket in the crepusculum.
Through the dusky evening toward the Plaza del Castillo, the walls of the city ahead, becoming illegible in the mounting darkness.
Suddenly on the right a high stone wall set back from the road and then a wide, open gate. Inside, another wall built of stone blocks. An old man wearing a beret and carrying a huge wooden staff appears out of the gloom and blocks my way, shouting and shaking the staff:
“¡Fuera! ¡Fuera!
There is the sweet smell of hay and cattle and the sense of movement behind the wall and then a powerful snort and a clatter like two sticks struck together.
Then. Bulls in black and white. Outside, Herefords gathering under an apple tree in the Ohio night.
Now. The old man points toward the far wall with his staff:

“Toros bravos.”