vamos agrandando las ciudades conforme ampliamos nuestra vasta descendencia además de acoger a todos los que tienen a bien quedarse entre nosotros construimos verticales edificios descoyuntando nuestras cervicales si aspiramos con la mirada a medir la desproporcionada altura a la vez que su discutido espacio entre las nubes se hacen necesarios servicios nuevos también despachos de todo tipo todos queremos poner nuestro negocio para hacernos ricos sin pérdida de tiempo hasta que un buen día alguien a quien nunca conoceremos decide terminar con el chollo cíclico de los aspirantes a ricos con mucha más más rapidez que sus luces de neón en nuestra ingenua pituitaria apagan su fulgor dejando paso a los múltiples letreros donde especifican que ese lugar queda disponible como los solteros de toda la vida