XVII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín
LOS TOROS NO MIRAN HACIA LA IZQUIERDA
Iñaki Burguete Zoco
Cada año,Jokin abría los ojos con el primer cohete.No importaba que tuviera ochenta y dos años ni que el médico le hubiese prohibido correr;el corazón le latía con la misma fuerza que cuando tenía veinte.
Se vestía de blanco,se anudaba el pañuelo rojo y salía a la calle con paso lento, pero firme.No corría, no. Caminaba hasta la plaza, donde se mezclaba con la marea humana, todos igualados por el mismo rito, el mismo fervor.
Nunca nadie lo empujaba.Era como si los mozos lo reconocieran, como si los toros mismos intuyeran que él ya había corrido suficientes veces.
Ese año, sin embargo, se quedó en casa. Se sentó frente a la televisión, colocó el pañuelo sobre la silla vacía de su esposa,Ane,y esperó.
Cuando sonó el primer cohete, cerró los ojos.
En la pantalla, los toros corrían por Estafeta, pero en su mente, él también corría,joven, riendo,con Ane esperándolo al final, pañuelo en mano.
Cuando llegó el segundo cohete, ya no estaba.
Dicen que murió con una sonrisa,y que esa mañana ningún toro miró hacia la acera izquierda.
Alguien juró haber visto a un mozo de blanco corriendo,con el pañuelo flotando al viento,tomado de la mano de una mujer de ojos brillantes.Nadie pudo explicarlo.
REY DE REYES
Iñigo Legorburu Arregi
Para los reyes, el tiempo pasa diferente. De hecho, casi un quinquenio no son exactamente cuatro años sino una legislatura al mando. Y como aprendió de pequeño que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, sueña con volver en honor de multitudes y que su legado prevalezca.
En la ciudad de las murallas se sintió en casa porque había derribado muchas de ellas para llegar allí. Porque torres más altas había visto caer mientras cabalga en los sueños de lo que fue y sigue siendo actualmente.
En su alfabeto manual, traza una doble V invertida y a continuación, le siguen dos diagonales que forman una X. Por último, una I gigantesca de lado a lado, consuma su carta de amor: MxI.
Le dijeron que no era en Pamplona sino que fue en Iruñea donde fue condecorado bajo majestuoso protocolo cual bufón de la corte como “Guiri del año” mientras la multitud guardaba distancias sobre su séquito de envidias y conjuros de derrocamiento.
El rey de reyes sonríe delante de la tele que retransmite el encierro y enrocado en su casa de Noruega, sonríe mientras prepara su enésima apertura Magnus Carlsen.
EL ALMUERZO
íñigo Tirapu Fernández De La Cuesta
“Era un siete de julio cuando lo vi”. Las primeras palabras de la jota suenan en la destartalada radio. Unas nacientes lágrimas empañan sus ojos. “Es la cebolla”-se dice mientras prepara la comida para sus hijas. Los golpes acompasados del cuchillo contra la tabla se parecen sospechosamente al patrón rítmico del bombo de la txaranga. El bullicio de la calle se cuela inmisericorde a través de la ventana abierta en el caluroso día de verano. “Es la cebolla”- se repite. “No estoy llorando. Me bastará con salir a la calle y mezclarme con la gente”. Las voces del otro lado de la ventana se funden inconexamente, creando un lenguaje ininteligible. Parece mentira lo que le ha costado reunir los ingredientes. Con lo fácil que era bajar al súper hace unos años y ahora no encuentra nada. Claro, que los productos locales nada tienen que ver con los que conoció de pequeño. “Lo que sea con tal de seguir la tradición y que mis hijas amen las fiestas como lo hago yo”. No te vayas de Navarra. El estribillo de la jota se le clava como un puñal. Le recuerda que hace tiempo abandonó su tierra. Pero Navarra no se irá de él.
AGUR SAN FERMÍN
Inma Sánchez Marqués
Aquel último día 14 de Julio comenzaba la cuenta atrás y la mañana se abría soleada.En la hierba acostados nuestros ojos parpadeaban al tiempo que se escuchaban los cohetes del último encierro. En un montón de hojas yacían los sombreros y gafas que se resistían a desaparecer y los programas de fiestas temblaban entre sollozos apoyados al pie de la furgoneta.En el maletero las fajas y pañuelos asomaban vistosos y brillantes como si el tiempo no hubiese pasado.Las litronas recostadas junto a una vieja mesa de camping.Ese final también significaba despedirme de mis viejos amigos de la infancia cuando estudiaba en jesuitinas y como un traslado de mi padre me hizo perderlos y acabar viviendo en Bilbao capital que me gustaba pero me sentía profundamente pamplonés.Conforme se acababa el encierro recorría mentalmente aquellas mañanas de chico detrás de los gigantes y kilikis y como la comparsa nos gana el corazón y siempre permanecer cara vinagre en nuestros pensamientos.Encima del cielo entre las nubes volaban unos globos rojos.Parece que esos también se despiden y apretando el entrecejo me alegre de haber disfrutado tanto estos dias y entone el pobre de mi mientras me estiraba.Agur San Fermín