Feria del Toro


¿Quién tirará el chupinazo?

Cuando empieza a colocarse el vallado del encierro, y se anuncia el Cartel de la Feria del Toro y la Tómbola funciona a pleno rendimiento, y empieza a oler a toro, es porque ya falta menos para San Fermín. La gente ya tiene las reservas hechas para los almuerzos y comidas, y el abono reservado (en algunas peñas con lista de espera). El programa vio ayer la luz y los escaparates se han llenado de blanco y rojo. Por no hablar del Fallo del Certamen Internacional de Microrelatos. Está casi todo listo a falta de que el viernes se anuncie quien será el encargado de lanzar el chupinazo.

Y sobre este asunto y su elección es de lo que quiero hablar hoy. Que fueran los concejales del Ayuntamiento, por concesión del alcalde, quienes por turnos tuvieran el privilegio de lanzar el chupinazo era algo que no gustaba a la mayoría de la población, que entendía que había gente que había hecho más méritos para lanzar el chupinazo que alguien que fue elegido en las urnas. El Ayuntamiento de Asirón decidió cambiar esto y lo dejó en manos de la ciudadanía. Se creó la Mesa General de los Sanfermines, formada por 60 asociaciones. Serían ellas las que presentarían candidaturas y de entre todas, 5 serían  las candidatas a lanzar el cohete, siendo los empadronados en Pamplona mayores de 16 años los que decidan.

Y a partir de aquí llegan mis dudas. Ya sé que son muchas las asociaciones representadas, pero no entiendo que yo de manera particular no pueda presentar una candidatura. Solo los que componen la Mesa pueden hacerlo. Otra pregunta que me hago es por qué este año solo hay cuatro candidaturas. La página web del Ayuntamiento dice que serán 5 las candidaturas elegidas. ¿Entre 60 asociaciones no han conseguido encontrar a 5 candidatos merecedores de lanzar el chupinazo?

Yo personalmente prefiero que el chupinazo lo lance una persona física. El año pasado de las seis candidaturas solo una no fue una asociación o grupo. Y casualmente salió elegido. Parece que para la Mesa de los Sanfermines este año no hay ninguna persona que haya hecho méritos a lo largo de su vida en el ámbito social, académico, científico o cultural suficientes como para empezar las fiestas. Me cuesta entenderlo.

Para acabar os animo que votéis. El jueves acaba el plazo y el viernes sabremos quién es el ganador. Aunque ayer leí que el alcalde se reunió con representantes de las cuatros candidaturas, creo que han pasado bastante desapercibidas. Podréis votar entre la Asociación Andrea-Lunes Lilas, Euskal Herriko Bilgune Feminista, DYA y Pamplona-Iruña Ciudad de acogida. Yo valoro el trabajo que hace cada una de ellas, pero me cuesta creer que no haya personas o asociaciones que por su trabajo e historia sean más representativas de Pamplona y de los Sanfermines. En cualquier caso y tal y como pasa con el Cartel anunciador, pedimos poder votar, pero luego votamos cuatro. El año pasado El Tuli se llevó 3.960 votos. Este año la semana pasada habían votado 5.400.

Enhorabuena al elegido y Felices Fiestas a todos


Todo listo

Fascinante fue, más que la visita en sí, que pudiéramos dar esquinazo al grupo de unos veinticinco jubilados italianos que nos precedían. De esta forma la guía nos deleitó con una visita guiada adaptada para fauna autóctona. «No tengo que explicarles el Encierro, ¿verdad?». Lo mejor fueron, por tanto, las anécdotas y curiosidades con las que regó la visita: ese pastor que usó a su perro bardenero para conseguir llevar al último toro hasta el corral, ese guiri despistado que se toma en serio lo de correr y entra hasta la cocina (foto 2) con los toros (hubiese dado cualquier cosa por ver su cara al verse ahí metido con 6 Jandillas) o de cómo tienen que traer toneladas de arena de Miranda de Ebro porque esto es Mordor y debe drenar el agua de lluvia. Arenita de playa aquí, la justa. El arranque de la visita cuenta con un vídeo de tintes comerciales proyectado a tres paredes sobre el callejón mismo que resulta efectista cuando acaba, se abre lentamente la puerta y el sol del ruedo invade el callejón. De todos los vídeos me quedo con el de los animales en la dehesa, probablemente realizado con drones y sugiero a la Casa de Misericordia tengan ídem con las guías y les permitan al menos quitarse la chaqueta cuando aprieten más de 30 grados en Pamplona. Por lo demás, está todo listo. Hasta los geranios.

 


Y nos volveremos a ver

Que los navarros somos gentes de costumbres es algo de sobra conocido. Y como no puede ser de otra manera, durante los Sanfermines dichas costumbres se repiten año tras año. Esta Semana Santa visitó Pamplona un amigo catalán al que solo había visto durante las fiestas. Lo primero que me dijo al verme fue: Que raro se me hace verte si no es en la txuletonada del día 8 de Julio. Y es que muchos años nuestras actividades sanfermineras son las mismas y en los mismos sitios.

Muchos llevamos años celebrando el almuerzo del 6 en el mismo sitio. Y generalmente el resto de cuadrillas con las que compartes el momento también son las mismas. La primera copa tras el almuerzo suele ser en el mismo bar todos los años y la gente que hay alrededor también. Repetimos todos los años el lugar de reunión con la familia para ver la procesión y el bar del primer pote. El menú de la comida del 7 no ha cambiado desde hace años. Por no hablar de las canciones de la sobremesa.

El patxarán para ir a los toros en el bar de siempre. En los toros, las mismas cuadrillas en las mismas localidades. A la salida de los toros, y si no sales con la peña, todas las cuadrillas tienen su bar fetiche. El dimasu, el día de la peña, el del jumelage con otras sociedades…El día de la marmota durante todos los años y siendo todos los días distintos. La ventaja que tiene todo esto es que difícilmente uno se puede perder.

Y quien no se ha llevado un sofocón cuando ve que uno de sus lugares de reunión, al que solo va durante los Sanfermines se traspasa o cierra por jubilación. Esto suele generar una sensación de cierta ansiedad en las cuadrillas: La búsqueda de un nuevo garito. Pero esto será tema para otro post.


Apocalipsis SF 1

Decía mi colega sanferman la semana pasada en este mismo blog que no quería ser apocalíptico.

Qué va, ni un poquico…

Como quiera que aún faltan unos días para dilucidar estas discrepancias donde hay que hacerlo, alrededor de mesa y mantel, aprovecho estas líneas para echar leña al fuego y seguir con el debate.

Afirmaba sanferman que cinco son los pilares de nuestra fiesta, a saber, la religión, el comercio, el toro, el folklore y la indumentaria. Sin negar la importancia de estos elementos, creo que mi querido colega olvida el auténtico pilar, el único, diría yo, que no es otro que el alcohol. Sin este, nada de lo demás tiene sentido.

Aún así, sanfer exponía con su habitual rotundidad que esos cinco pilares están en peligro.

Afirmaba sin rubor que hay ateos que creen en la existencia de San Fermín (sic) y yo le rebato que son más los católicos que no van a misa y más aún los que no entienden a aquellas personas que se empeñan en exigir a un alcalde que vaya a misa. Conviene recordar que nos encontramos ya en un siglo XXI bastante avanzadito.

Respecto a lo comercial, tal vez no se vendan ya demasiados caballos (de todos modos esta ha sido siempre una actividad celebrada en el extrarradio) pero no hay duda de la importancia que tiene la vertiente comercial; así, Pamplona ha desarrollado y potenciado una industria hostelera, sacrificando a un barrio y a su población en beneficio de un lobby poco preocupado por los efectos perniciosos que crean en el ser humano, no solo durante San Fermín, sino sobre todo el resto del año. Si en vez de ocupar y contaminar calles y oídos contaminaran ríos, ya habrían sido desterrados al extrarradio hace años, haciendo compañía a los caballos, curiosamente.

Que lo taurino atrae menos a la juventud es discutible. Hay que ver si la ha atraído en el pasado. Lo que sí salta a la vista es que resulta menos habitual el veinteañero que se saca el abono completo para la Feria del Toro. Con dos o tres días les basta. Y es esta actitud del con dos o tres días suficiente la que sí que está minando el espíritu pamplonés de la fiesta. El nativo está abdicando de los sanfermines. Disfruta de dos o tres días y luego huye, abandonando la ciudad a lo peorcito del hooliganismo peninsular y continental. Pero este es otro tema…

Tampoco creo que el folklore ande en peligro. San Fermín es una fiesta eminentemente floklórica y si ha alcanzado cierta fama internacional ha sido gracias a su pintoresquismo. Y la gente sigue viniendo y a los aborígenes nos siguen gustando jotas, txistus, dantzas, gigantes o encierros.

Y respecto a la indumentaria, es evidente que ese blanco tan bonito sigue triunfando. Hasta los adalides del mal gusto y los colorines horteras se visten de nuevo de blanco en cuanto el último periodista y la última cámara abandonan la Estafeta a las 8:45.

Así pues, pocos motivos veo yo para el alarmismo, y menos para ver oscuras conspiraciones que quieran acabar con nuestras esencias, si es que puede calificarse de esencia cocerse durante nueve días seguidos.

Sobre lo que no me cabe duda es sobre un hecho natural. Vamos envejeciendo, cada vez nos quedan menos sanfermines por disfrutar y nuestra perspectiva cambia. Tal vez no sea la fiesta la que esté cambiando, tal vez sean nuestros cuerpos y nuestras mentes las que varían con el tiempo.

Pero qué queréis que os diga.

Yo cada vez me lo paso mejor.

Sobre todo si tengo a sanferman cerca.

 

 

PD.- Ya que se menciona un libro blanco de los sanfermines, por favor, que sea blanco y rojo.

 

 


Nos jugamos los cuernos

De todos los debates que tenemos abiertos con el futuro de los Sanfermines el más complejo es que nuestra fiesta se sustenta en una carrera alocada de toros por las calles de la ciudad en un tiempo en el que el foco está puesto sobre el trato que reciben los animales. Paradójicamente esa “dificultad” constituye su principal atractivo internacional. En Pamplona y por las calles de la vieja Iruña llevamos conduciendo toros la friolera de más de cuatrocientos años. Cuatro siglos en los que la tradición mandaba meter por la trama urbana a los bichos desde las afueras hasta el recinto en el que habrían de torearse. Hoy ya no es lo mismo.  Una parte de la generación de  nuevos jóvenes asiste con espíritu crítico a un encierro que termina con lidia y muerte. Y mientras el espectáculo de la carrera desde Santo Domingo a la plaza es seguido por miles de personas en la calle en directo son millones quienes se ponen delante del televisor para contemplar el espectáculo más fantástico del mundo. En la plaza esto no ocurre. Y los más críticos perciben que los jóvenes han perdido el interés que tuvieron antaño por llenar los tendidos de sol. Esas localidades  continúan hoy ocupadas por esos mismos espectadores, entrados en años, en una parte porque éstos retienen las entradas, y en otra, porque no hay demasiado interés en ocupar el asiento por quienes deberían apremiar a sus mayores.