IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


RUTINA SANFERMINERA

Javier Romero Elvira

El calendario marca en rojo el siete de julio y estás esperando la salida puntual de los gigantes como cada año, con la misma ilusión cada día, dispuesto a bailar con ellos al son de la música en los hombros de tu padre.
Pasa algún año y te has hecho joven, pero la evocación a tu niñez al paso de la comparsa te hace sentir un niño más.
Vuelven a pasar los años y ahora eres tú quien sostiene a tu hijo en brazos para que repita las sensaciones que tú viviste año tras año, fiestas tras fiestas. Y después como cada día, almuerzas con los tuyos porque algo tiene esta ciudad que todo sabe mejor si vas vestido de blanco y rojo. Rutina de San Fermín.
Otro siete de julio te vuelves a despertar más cansado pero con la misma ilusión. Y ahora son tus nietos quienes bailan y ríen, y mientras a ti, se te eriza el pelo con su contagiosa alegría.
Pasan los años pero te sigues plantando cada San Fermín con pañuelo en el cuello y emoción en el corazón. Todos los años lo mismo. Rutina año tras año. Rutina sanferminera. ¡Pero bendita rutina!
 

DANI

Francisco Javier Conejo Hidalgo

Txupinazo, fanfarria, bocatas, Dani, fiesta, kalimotxo, alegría, Dani, txistorra, encierros, verbenas, Dani, pañuelos, bochorno, tormenta, Dani, amistad, gentío, cabestros, Dani…
Todo lo acontecido durante aquella mágica semana me recuerda a él, todo lo vivido me arrastra ante él. Su desgarbada planta, su cabello dorado, su lindo rostro, su ser.
Fui con mis amigos por primera vez a disfrutar de los Sanfermines y regresé a casa obnubilado, colado por los huesos de ese muchacho que no consigo quitarme de la cabeza y que me ha arrancado el corazón.
Jamás pensé que un hombre me haría sentir así pero, ¿acaso el corazón entiende de edad, sexo o religión? Ansío salir corriendo en su busca, abrazarle, sentir su latir junto al mío, volver a vivir lo vivido mas mi esposa, mis hijos y la cordura de mi mente encadenan mi corazón aprisionándolo con unas fuertes cadenas que no puedo romper.
Tan sólo me queda cerrar los ojos y recordar:
Txupinazo, fanfarria, bocatas, Dani, fiesta, kalimotxo, alegría, Dani, txistorra, encierros, verbenas, Dani, pañuelos, bochorno, tormenta, Dani, amistad, gentío, cabestros, Dani…
 

EL NOMBRE

Alberto Montoya Grijalba

Su nombre era muy diferente al de otros niños de la escuela, y, seguramente, en su ciudad no había uno igual.
–¿De dónde lo sacarían? – pensaba siempre, extrañado.
La pregunta se le olvidó rápidamente. Era 16 de Julio y sus padres volvían de repetir su luna de miel, ¡tocaba noche de historias!
Sentados alrededor de la mesa, comenzaron a describirlo todo, emocionados como nunca les había visto. El niño escuchaba boquiabierto, le fascinaba cada detalle que le relataban. La ropa blanca, impoluta, con matices rojos, las sonrisas perpetuas y los indomables nervios. El repentino estallido en el cielo que daba paso al maremoto de emociones. La lluvia de canciones, los bailes imprevistos, las historias de amor. Los grandes toros y los valientes que corrían delante. La noche repleta de fuegos de colores, los amaneceres felices. Esa mañana en que la ciudad entera recita y canta ante una pequeña estatua. Los niños jugando entre gigantes, seres de cabezas enormes y caballos de dos piernas. Las noches largas, llenas de música, y, sobre todo, la última, con luciérnagas de cera tapizando las calles.
Mamá paró. Se secó una lágrima que escapaba por su mejilla.
–¡Contadme más! – gritó el pequeño, ansioso.
–Paciencia, Fermín. Paciencia.