Más relatos finalistas (clasificados del 4º al 6º)


4º clasificado: «Con dos días basta» – Ignacio Navarro Otano

Este año paso, si siempre es igual, con dos días basta, venga, almuerzo el 6 y a saco hasta aguantar, el 7 Procesión con la familia, vermuteo, comida con los padres, toros y el 8 para la playa, suficiente; ya está, reservado: del 8 al 14, espera, que este año por fin nos juntamos los primos y dijeron viernes 8, pues nada, cambio: del 9 al 14, ahora sí, uy, no, la comida con los del curro, dos años sin hacerla, hay ganas, quito otro: desde el 10, confirmar, cuida, cuida, que un día les prometí a los sobrinos encierro, Gigantes, Gorgorito, barracas -ya puedo preparar la cartera- y fuegos, cambiar, del 11 al 14, confirmar, continuar, quieto moreno, que en la Peña el Día del Socio va a ser muy especial, ojo… lunes 11 con los de casa, retroceder, cambiar, del 12 al 14, confirmar, güaitamoment, que el 12 conciertaco, por fin algo potable, p’atrás, escapada del 13 al 14, tampoco, pillamos entradas para la final de pelota del 13 y joé, la despedida de los Gigantes me sigue emocionando aunque me esconda con las gafas y diga que voy por los pequeños… cancelar todo: ¿está usted seguro? aceptar, cerrar, apagar… disfrutar.

5º clasificado: «De rebaño» – Jesús Gella Yago

La cerca de boca y nariz se abre y los microorganismos enfilan la cuesta de la garganta. Detrás, pertrechados de varas, van los ARN mensajeros y los vectores virales controlando la carrera. Las subunidades proteicas han levantado sólidas vallas para que los microorganismos no se desmanden. El trote es veloz al atravesar la membrana de las células consistoriales. En la curva de los bronquios se producen resbalones sobre la mucosa y las primeras caídas. Los anticuerpos, de un blanco inmaculado y empuñando periódicos enrollados, se turnan delante de las espigas en forma de corona de los microorganismos. Se acercan tanto como pueden, miran hacia atrás para medir distancias y conducen a la manada por la última calle. Su longitud favorece la inflamación y la fiebre. Los anticuerpos hacen un esfuerzo decisivo animados por la luz que baña el tramo final. Los síntomas se estrechan en el callejón y la entrada en el ruedo es recibida con música desde los tendidos. Los anticuerpos se abren en abanico, mensajeros y vectores cierran la marcha. La manada de microorganismos encara la sombra de chiqueros. Varas y periódicos guían a un rezagado. La puerta se cierra, la vida triunfa.

Y ahora sí… ¡arranca San Fermín 2022!

6º clasificado: «Desconexión fallida» – Juana María Igarreta Eguzquiza

Hoy es seis de julio, para mí un día más. Haciendo un ejercicio de control emocional, me he propuesto pasar de los sanfermines. Poner distancia me va a venir bien para centrarme en los estudios. Estoy orgulloso de mi decisión, “todo un signo de madurez” ha dicho mi madre.

Aquí estoy, tendido de sol. ¡Perdón!, tendido al sol quiero decir, pero es que la arena de esta condenada playa me recuerda demasiado a la de la plaza de toros. Cambio de tercio y me sumerjo en el mar, obviando la bandera roja. ¿He dicho roja? Las olas me persiguen furiosas con sus crestas astifinas… ¡Buf!, no sé si es el calor o la chirrinta de volver a correr en el encierro lo que me hace hablar tan raro. Me voy a tomar algo. Bajo una de las vitrinas del mostrador del bar no tardo en ver un plato de pimientos del piquillo; pero, ¡¿desde cuándo se parecen tanto a los pañuelicos de San Fermín?! Alguien descorcha una botella de champán, me tapo los oídos. Así no hay quien desconecte. Me vuelvo a Pamplona.

Estoy en mi habitación. Oigo la puerta de la calle. ¡Mamá todavía estoy muuuuy veeeerde!, grito mientras me visto de blanco.